“Ahora, en cambio, la Tierra me parece
demasiado pequeña y sin importancia. Cada descubrimiento me ha planteado
incógnitas aún mayores, y me ha abierto horizontes más amplios. Me pregunto
dónde terminará esto.”
A
menudo he afirmado que Clarke me parece el maestro indiscutible del género de
la ciencia ficción, algo más (aunque, seamos sinceros, tampoco mucho) que
Asimov, y el que mejor define y expone lo que supone esta literatura. Es un
autor capaz de desarollar una prosa asequible y cercana al lector, que trate
temas filosóficos y científicos de una profundidad encomiable, y que además sea
capaz de mostrar y explicar de forma coherente los posibles avances futuros de
la humanidad.
A
veces, sin embargo, no consigue todo eso, y entonces estamos ante obras suyas
que, sin ser malas, sí podemos tildar de flojas. Es lo que muchos dicen de, por
ejemplo, Cánticos de la lejana tierra
(que casualmente es mi favorita suya); y es algo que muy pocos dicen de La ciudad y las estrellas, en general
considerada uno de sus clásicos… pero que yo digo, sin dudarlo demasiado.
Planteada
esa trama, los temas que se tocan son obvios, y muy propios de Clarke: por una
parte, esa fricción entre el inmovilismo conservador y la audacia de quien
busca investigar y progresar. Y ese aspecto lleva a otros temas muy recurrentes
en el autor: la conquista del espacio, el estudio sociológico…
La
novela tiene un desarrollo de la historia genial, con ciertos momentos un tanto
predecibles, pero la mayoría, por lo general, cargados de sorpresas. Quizás se
le pueda acusar de que peca de optimismo, y eso es uno de los mayores problemas
de la obra: no hay conflicto real, los personajes son, en general, buenos, y
llegan siempre a acuerdos, no hay trabas importantes a la labor del
protagonista (este las supera sin despeinarse… porque además es un tipo
sencillamente superior, por lo que se nos da a entender. Muy superior).
Esa
falta de conflicto hace que el resultado final, aunque era prometedor, termine
siendo demasiado light, y deje una enorme sensación de vacío, que la presumible
moraleja no llena en absoluto.
El
estilo, por otra parte, me resulta cuando menos curioso. A pesar de ser una
edición y traducción españolas, cada dos por tres me encontraba expresiones de
corte latinoamericano que desentonaban mucho con el resto del discurso. Al
margen de eso, el estilo tampoco resulta tan pulido como en otras obras que
presentaría Clarke más tardes, aunque tiene un encanto muy especial para las
descripciones, especialmente en Diaspar.
Malo
no es, y de hecho tiene muy buenas ideas y está bien escrito, pero el resultado
final da la sensación de que no ha aportado nada en absoluto… algo imperdonable
para una obra de este calado.
Allez-y,
mes ami!
Buenas
noches, y buena suerte.
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LO
MEJOR: el futuro que plantea resulta sumamente interesante, así como algunos de
los personajes (los menos) o los lugares que aparecen.
LO
PEOR: todo le resulta demasiado fácil al protagonista, no hay sensación real de
conflicto o dificultades, y por ello el mensaje queda totalmente cojo.
VALORACIÓN:
6,5/10. Se deja leer, pero no convence, ni está a la altura de las grandes
obras del escritor. En mi opinión, claro, y desde el enorme cariño que le tengo
a C. Clarke.
Hombre, es que el señor K. Dick es un pedazo escritor. Para mí está al nivel de C. Clarke.
ResponderEliminarY bueno Asimov... si el libro es malo, lo escribió el negro de turno
Personalmente, y aunque me gusta más C. Clarke, creo que ambos están al mismo nivel, en cuanto a calidad. Pero son casos diferentes. Dick escribe muy a menudo una literatura distópica heredera directa de Orwell y Huxley (aunque me gusta más que ambos), y a la hora de innovación, realmente no ha aportado demasiado, a pesar de sus grandísimas obras. C. Clarke define de forma muchísimo más clara lo que es la ciencia ficción, y concretamente la hard fiction clásica, en la que sí que ha supuesto una influencia mucho mayor. Asimov me parece que hace lo mismo, pero sin llegar al nivel de calidad de Clarke.
ResponderEliminarAsí que sí, creo que Dick y Clarke están al mismo nivel, a pesar de que me guste más uno que otro. Pero creo que no pertenecen realmente al mismo género. Y si tenemos que hablar del verdadero maestro de lo que mejor define a la ciencia ficción, me quedo con Clarke ;)