“—Le ha matado, coronel Furia. Lobezno acaba
de matar a Spiderman. Hemos sacado su cadáver de entre los escombros hace
veinte minutos.
—¿Qué?”
Esa
cita para abrir la crítica no es un spoiler. No del todo, al menos. Cuando lo leáis
entenderéis por qué. No me asesinéis todavía.
Últimamente
me ha dado bastante por la lectura de cómics, especialmente de la escuela
norteamericana. La franco-belga y la japonesa (especialmente esta última)
siempre las he tenido más trabajadas, pero Marvel, DC y compañía estaban un
poco alejados de mis estantes. Ahora, no sé si a raíz del cine de superhéroes,
de mi renovada pasión por personajes que de joven adoraba, o debido a la
influencia de mi amigo Panmios de Superman lee a Poe, que es mi biblioteca y
consejero superheroico particular, pues el caso es que cada día me meto más en
faena.
Este
número que os traigo hoy, sin embargo, no fue algo que me recomendara él, y
ambos coincidimos en que es un cómic decente, pero no de lo mejor de Millar. Lobezno: enemigo del estado plantea una
historia que, per se, me encandiló: el mutante al que todos queremos más es
asesinado por una coalición de supervillanos (Gorgón, La Mano e Hydra), que lo
resucitan con un lavado de cerebro y lo envían contra sus antiguos aliados.
Comienza así un juego letal donde el antiguo héroe es una máquina de matar
dispuesta a acabar con Los Cuatro Fantásticos, Daredevil, El Capitán América,
los X-Men (bueno, la Patrulla-X en los cómics), Elektra o quien se le ponga por
delante.
Y,
aprovecho para comentar, se ve ahí una enorme diferencia con lo último que leí
de Millar, Marvel Zombies, donde una historia más oscura, aunque pueda no tener
tampoco consecuencias en el canon del Universo Marvel (al tratarse de una
realidad alternativa) sí que da pie a situaciones verdaderamente trágicas y
siniestras, que aquí es difícil encontrar por ninguna parte.
Cierto
es que la historia está bien desarrollada, y que es muy interesante el juego
con el personaje de Lobezno, que una vez resucitado lucha como si de Gollum se
tratara con la conciencia que le ha implantado Hydra, intentando resistirse sin
demasiado éxito. Resultan además geniales puntos como el hecho de que su
primera aparición en el arco sea con sus pintas de maleante, sin traje (como es
en las películas), pero una vez resucitado se le devuelva el traje, para darle
un toque clásico a la historia que le da mucho encanto.
Siguiendo
con ese aspecto, hay que decir que el apartado de los dibujos, a cargo de John
Romita Jr., es realmente impecable, y hay varias ilustraciones a página
completa con una enorme fuerza narrativa. Lo mismo puede decirse de las
cubiertas, en las que participan el propio Romita, Klaus Janson, Paul Mounts y
Richard Isanove (entintador de 1602,
que ya criticamos aquí).
El
resultado final, como apuntábamos más arriba, es entretenido, pero no
excelente, y deja una obra que aunque cumple, podía haber sido mucho mejor de
lo que es.
Allez-y,
mes ami!
Buenos
días, y buena suerte.
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LO
MEJOR: el planteamiento de la trama y el dibujo.
LO
PEOR: la historia está muy desaprovechada.
VALORACIÓN:
6,75/10. Decente y entretenido, pero poco más.
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