“Esta es la historia de once monstruos que
creyeron ser dioses”
Magnus
Dagon es un buen amigo de esta casa. Es un hecho reconocido. Es por ello que, a
la hora de hacerle críticas, tiendo a ser más benévolo, a pesar de esforzarme
por sacarle tantos fallos como sea posible (soy así de cabrón). Pero cuando
resulta difícil sacarle fallos, pues es que no hay más: se dice lo buena que es
la obra y punto.
Es
un poco lo que me pasa aquí con su última novela, que publicó este año, y que tuve
el honor de presentar como su maestro de ceremonias hace unos meses. Una novela
que no es sino la primera parte de una obra mayor, y a la cual la mayor pega
que se le puede poner es que no haya salido todavía.
La
trama de la novela nos sitúa ante un futuro “no muy distinto de nuestro
presente”, en palabras del autor, y tampoco demasiado alejado (aunque la deriva
temporal de la trama sí que es bastante amplia) en el tiempo. En ese mundo, el
llamado Consejo de Gobiernos, formado por once de lo que llamaríamos
tecnócratas (concretamente aquí científicos muy especializados), gobierna la
ciudad de Nergalia, y buena parte del mundo, en una suerte de oligarquía
aristocrática en la que nadie, a priori, se les puede oponer.
¿Y
cómo lo consigue eso? Poniendo el foco en un sinfín de personajes, que van
desarrollándose en ese universo particular, y logrando así crear un cuadro
general de la sociedad con sus luces y sus sombras (más sombras, quizás), que a
pesar de su matiz ficticio resultan de una cercanía abrumadora al lector. Para
ayudar a navegar en ese mar de personajes, la novela la abre un “breve” (que de
breve tiene poco) índice con todos los personajes de importancia que pasarán
por las páginas, y que son muchos, pues aunque varios tengan una presencia
extensa a lo largo de la novela, la mayoría aparecen solo en un capítulo (y
luego mencionados en otros).
En
ese sentido del trasfondo quizás sea esta la novela más adulta de Magnus, algo
curioso, cuando él mismo cuenta que fue su primera obra, siendo aún estudiante.
Queda claro, sin duda, que aunque en obras anteriores (en Los Caídos o The Jammers en
los finales, por ejemplo) podíamos encontrar puntos de oscuridad y gran
dramatismo, el efecto general era más light: aquí todo es más duro, más
realista, y eso ayuda mucho a entrar en la novela.
En la presentación lo pasamos chachi pistachi. Y vino un buen grupo de gente, ojito. Magnus es el de rojo, el que parece persona. Y el que no lo parece soy yo, claro. |
Por
otra parte, y quizás respondiendo a eso, o a un capricho del autor, hay un
cierto peligro en torno a los personajes, a los que nunca sabes qué les puede
ocurrir; de hecho, la novela parece huir a propósito de ideas preconcebidas, lo
que da lugar a escenas geniales (como una, no diré cuál, que me recuerda al
final del primer tomo de Blacksad), y
a muertes que son casi cómicas de puro repentino o inesperado. Y que, en
ocasiones, ni siquiera vemos narradas, sino que se nos cuentan a posteriori.
También
en ese apartado de personajes (entre los que me quedo, por cierto, con Kayra
Korwan o Seyfert) es muy interesante ver cómo el escritor va dejando parte de
sí mismo… y viceversa. El protagonista indiscutible de la novela, de hecho, es
un historiador y matemático marciano llamado Magnus Dagon, en un lúcido
ejercicio metaliterario que convierte la obra en un libro dentro de otro libro.
Por
otra parte, la construcción del universo se permite guiños con varios de esos
personajes, que luego veremos en otras obras del autor. Tanto es así que El espejo de Ares I: Decadencia (y su
segunda parte cuando salga, claro) sirve como una suerte de prólogo muy
anterior al Tecnoverso, el universo donde se desarrollaban Los Caídos y The Jammers.
El
estilo quizás no sea el mejor punto de la obra, y no haga justicia a la enorme
calidad del trasfondo. No es un mal estilo, ni mucho menos; más bien al
contrario, es ágil, cercano al lector y muy rápido, algo que se agradece. Sin
embargo, en ningún momento brilla especialmente la forma, como sí lo hace el
fondo.
A
pesar de ese matiz del estilo, la novela es tan adictiva como acostumbra
Magnus, que siempre sabe cómo enganchar al lector, o al menos a mí. Si en el
Tecnoverso enganchaba con obras de superhéroes y músicos que apelaban al niño
que llevamos dentro, y en Los siete
secretos del mundo olvidado lo hacía a nuestra infancia como seguidores de
Indiana Jones (y la mía más que la de nadie, que entré en Historia para
especializarme en Arqueología), aquí ha dado con la que considero la fórmula
perfecta: engancha con la intriga, con las ganas de saber más sobre una trama
inesperada, y con el trasfondo social y de crítica con el que todos podemos
sentirnos identificados.
Sin
duda, una gran obra, que creo supera los anteriores trabajos del autor (aunque
le siga teniendo un cariño enorme yo a Los
siete secretos del mundo olvidado). Altamente recomendada. Y, además, como
es un autor majísimo, ha puesto a vuestra disponibilidad el primer capítulo, gratis, en la red.
Allez-y,
mes ami!
Buenos
días, y buena suerte.
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LO
MEJOR: lo bien construido de los personajes, el mundo que presenta y la crítica
que trasluce la novela.
LO
PEOR: el estilo, sin ser malo, no me parece que esté a la altura del trasfondo,
y a veces se echa un poco de menos la poca duración del protagonismo de los
personajes.
VALORACIÓN:
8,5/10. Una de las obras más interesantes que he leído últimamente. Y si soy
cauto con la nota es solo porque la segunda parte promete superarla.
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