“Al impedir los fracasos de la Realidad, la
Eternidad también impide el logro de los triunfos. Sólo haciendo frente a las
grandes pruebas puede la Humanidad elevarse a nuevas y mayores alturas. Del
peligro y de la aventura han salido siempre las fuerzas que han llevado al
Hombre a nuevas y más grandes conquistas.”
Resulta
curioso: en mi última crítica arremetía contra una obra de un autor que siempre
ha estado entre mis favoritos del género; hoy, toca hacer lo contrario, y
elogiar la obra de un autor que, aunque me gusta, siempre he creído que está
pelín sobrevalorado en lo que viene siendo la ciencia ficción (no porque sea
malo, que no lo es en absoluto, es un maestro indiscutible… sino porque muchos
no son capaces de ver más allá de Asimov).
La
premisa de El fin de la eternidad
trata con un tema clásico con el que me he topado muchísimo en los últimos
tiempos: los viajes en el tiempo. La premisa que se plantea es simple: una vez
descubiertos los campos temporales en el siglo 24, la humanidad puede lanzarse
en el 27 al desarrollo de un cocepto/lugar/sistema/entidad indefinidad a la que
se conoce como “Eternidad”: virtualmente infinita hacia adelante y hacia atrás,
y que permite viajar y modificar cualquier hecho en toda la Historia, conocida
o por conocer.
La
novela es una de las piezas más queridas de Asmoiv, y a medida que uno la lee,
es muy fácil entender el porqué. En primer lugar, la amplitud de miras de la
novela le permite asociarse con un sinfín de públicos: es ciencia ficción, sí,
pero también tiene elementos de misterio y suspense (ciertas huellas de Stanisłav
Lem veo en ella), e incluso de novela romántica. Las huellas de los clásicos
resultan evidentes, especialmente a La
máquina del tiempo de Wells; o a Bradbury, aunque es difícil intuir si las
semejanzas con Fahrenheit 451,
publicada dos años antes, son intencionadas o mera casualidad.
Por
otra parte, en el apartado técnico Asimov resulta tan sobresaliente como
siempre. El tema de los viajes en el tiempo siempre ha sido una de las mayores intrigas de la ciencia
ficción, con mayor o menor acierto a la hora de intentar explicarlo. Aunque a
día de hoy la teoría que más me convence y me resulta más rigurosa en lo
científico es la de Gregory Benford en Cronopaisaje
(de la que, por cierto, debería hablaros un día), le he cogido mucho cariño a
la apuesta de Asimov por una visión del tiempo como una suerte de lago, y no
como una corriente estática, donde hay diversas realidades, y los cambios van
diluyendo su influencia a medida que el tiempo avanza.
El
estilo, y eso hay que destacarlo de forma muy habitual en esta época de Asimov,
es muy cercano y fácil de leer, algo más encomiable si cabe a pesar de lo arduo
de los temas que trata. Pues, además de plantear una ciencia ficción rigurosa y
seria, y con un buen hilo conductor en la historia, no deja al azar los
interrogantes éticos y filosóficos de su obra: en esta ocasión, y hecha clara
la posibilidad de modificar el curso de la historia, se nos plantea… ¿es lícito
hacerlo? ¿Acaso el ser humano tiene derecho a borrar sus propios fracasos
pasados para no sufrir?
Ciencia
explicada con rigor para crear una realidad (futura) hoy irreal, pero a priori
realizable; una buena historia que se combine con este mundo; y un
planteamiento filosófico y moral que lleve a reflexión. Para mí son los tres
pilares básicos del género, y Asimov los trata aquí con maestría y sin dejar al
azar ninguno de ellos.
Allez-y,
mes ami!
Buenos
días, y buena suerte.
---------------------------------------------------------------------------------
LO
MEJOR: cómo plantea Asimov el concepto de tiempo, el buen desarrollo de la
historia de amor, y la combinación de géneros. La forma que tiene de ver a su
propia época varios cientos de siglos en el futuro. Y, por supuesto, el
trasfondo de la obra.
LO
PEOR: resulta un tanto caótico en sus numerosos viajes por distintas realidades
y épocas, y aunque plantea la cuestión de las paradojas temporales, no puedes
librarte de la impresión de que en la novela hay algunas de ellas, ineludibles.
Por otra parte, a pesar de lo que me gusta el estilo, en las primeras páginas,
cuando aún no sabes nada de lo que ocurre, se hace un tanto denso.
VALORACIÓN:
8,75/10. Una de las mejores obras que haya leído del género, y de mis favoritas
del autor (aunque ahí sigue imbatible el Anochecer
que coescribió con Silverberg).
No hay comentarios:
Publicar un comentario