“La mayor fuente de problemas de mi vida es
que no paro de encontrarme con gente amigable en los bares. No solo estimulan
mi tendencia natural al alcoholismo, sino que me meten en toda clase de líos en
los que preferiría no meterme. La gente amigable me ha acosado en los bares
desde que empecé a frecuentarlos, es decir, hace muchísimo tiempo”.
Hasta hace dos días
(literalmente: hasta el miércoles por la mañana) no había oído hablar de
Kenneth Cook en mi vida. Pero en una pausa que hice en la lectura de Matadero cinco de Vonnegut, me puse a
vagabundear por la biblioteca de la universidad en busca de mi próxima presa. Literaria,
no penséis mal. Algo de sci-fi ligera (salí de allí con La chica mecánica de Bacigalupi, que fue una grata sorpresa
encontrar, la verdad), o fantástico, o una nivola apetecible... Y de pronto vi
esto.
Me asaltó a los ojos el título,
claro. El koala asesino. “¡¿Qué
demonios?!”, pensé (imagino que como todos). Luego leí que se trataba de una
colección de “relatos humorísticos de la Australia profunda”. Sonaba cada vez
mejor. Y finalmente descubrí que el señor Cook no solo es periodista y escritor
como yo, sino que también fue guionista y presentador de televisión, que como
lepidóptero aficionado creo la primera granja de mariposas australiana y que
cofundó un partido político que se opuso a la guerra de Vietnam. Lo peculiar de
este caballero me convenció de que merecía la pena darle una oportunidad.
De hecho, Cook insistía a menudo
en que todas las historias reunidas aquí eran verídicas, y que si no las
incluyó jamás en sus novelas era porque resultaban demasiado insólitas. Y
ciertamente, lo son; así y todo, el empeño de Cook por hacerlas verídicas,
afirmándolo en algunos puntos de los relatos (“sorprende la cantidad de cosas
que uno no se cree que resultan ser la verdad pura y dura”), es tal que a
menudo te sorprendes asintiendo, creyendo a pies juntillas en lo que te cuenta.
Que, reitero, a pesar de lo insólito que resulta... podría ser verdad.
Eso se apoya también, como digo,
en un estilo muy cercano y atractivo al lector, que siente en todo momento que
Cook se está dirigiendo a él y a nadie más. El lenguaje es sobrio, en primera
persona, y aparte de algunos términos de fauna o flora australianas, entra por
los ojos, sin el menor problema.
Esa presencia de la fauna, por
otra parte, es uno de los denominadores comunes de la mayoría de los relatos: gropers,
cocodrilos, camellos, elefantes, gatos y perros salvajes, koalas y, sobre todo,
multitud de serpientes (taipanes, de Mulga, culebras, víboras, pitones...), son
en buena medida protagonistas de muchos de los relatos. Hasta en doce de ellos
el foco de atención son animales, o tienen estos al menos una importancia
relevante.
En ese sentido, además, cabe
destacar algo curioso: ni dingos ni canguros (ni tampoco bandicuts o wombats,
de hecho) aparecen en los relatos, a pesar de ser algunas de las especies más
reconocibles del país; podría deberse a que no son comunes en las zonas en las
que ambienta Cook la acción (a pesar de que, por lo que he entendido, los
relatos se desarrollan en buena parte de Australia... más en el interior que en
la costa, eso sí), o porque Cook odia a ambos bichos. Dudo que sea esto último,
ya que no parece guardarle un cariño especial a ninguno de los animales de que
habla.
En general, la temática es muy
variada, así como el tono de las historias. Todas tienden, siempre, a un punto
humorístico, pero mientras que en algunas de ellas éste es muy marcado, en
otras supone solo una nota de color, y el tono general de la historia es casi
más de extraña fábula moderna. Además, Cook tiene una gran facilidad para
reírse de sí mismo, ya sea metiéndose con su sobrepeso una y otra vez (“yo me lancé tras él, imitando, como de
costumbre, los movimientos de un gordo aterrorizado”), hablando de su
presunta cobardía ante los animales salvajes, o afirmando cosas como “a lo mejor es que yo soy ligeramente
retrasado”.
También la calidad de los relatos
es bastante variable. La mayoría de ellos tienen comienzos o finales realmente
impresionantes, siendo éste uno de los puntos fuertes de Cook; otros, sin
embargo, tardan demasiado en arrancar (aunque esto no le pasa a casi ninguno) o
se cierran de forma muy brusca y poco satisfactoria (esto sí que es más común).
Por otra parte, y a pesar de esa
enorme variedad temática, y de que más allá de ciertos rasgos generales los
relatos no tienen nada en común (por ejemplo, el propio Cook se describe a sí
mismo en varios de los relatos... algo que nunca haría si quisiera dar una
mayor unidad a la obra), suponen un conjunto coherente que resulta
tremendamente agradable de leer, y que yo mismo he devorado en día y medio
saltándome a la torera exámenes, y preparaciones de prácticas y exposiciones.
Tremendamente adictivo,
ingenioso, con una divertida nota de humor y, sobre todo, muy exótico y
atractivo. Y original, cuando menos. Porque la verdad, hasta ahora no había
visto a nadie empezar un relato destripando mitos con tanto desparpajo, y
quedándose tan a gusto:
“No me gustan los koalas. Son unos bichos asquerosos, irascibles y
estúpidos sin un solo hueso amistoso en todo su cuerpo. Sus hábitos sociales
son vergonzosos: los machos siempre andan propinando palizas a sus semejantes y
robándoles las hembras. Tienen mecanismos defensivos repugnantes. Su piel está
infestada de piojos. Roncan. Su semejanza con juguetes adorables es una
engañifa abyecta. No son dignos de elogio por ningún motivo.
Y
además, una vez un koala intentó hacerme daño de una forma muy horrible”.
Allez-y, mes ami!
Buenas tardes, y buena suerte.
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LO
MEJOR: lo memorables que resultan muchas de sus frases y, en general, el estilo
sencillo, el humor y lo insólito de las historias (para nosotros,
especialmente). En cuanto a historias concretas, “Cien botellines” y “El perro
que amaba a los animales” me encantan (las dos, casualidad o no, transcurren en
un pub).
LO
PEOR: algunos relatos tienen un cierre demasiado brusco, o son historias sin un
gran encanto. Ahí destacaría, curiosamente, “El koala asesino” (que tiene
puntazos, pero que no dice gran cosa al final) o “Vic, el Hombre Serpiente”
(una de las que empiezan genial y pierden mucho luego). Ah, y las ilustraciones del libro tampoco me gustan nada.
VALORACIÓN:
8/10. Siendo lo primero de Cook que leo, me ha conquistado. Veremos si es tan
bueno como promete ser.
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