¡No poder hacia la
cuna dar un paso!... ¡Todos son hacia el sepulcro!
Siempre es un placer volver a hablar sobre el Siglo de Oro.
Más aún cuando el autor es el gran Pedro Calderón de la
Barca. Ya repasamos en este humilde blog su
obra más conocida, La vida es sueño. Ya
entonces destacamos a El gran teatro del
mundo, como una de sus producciones teatrales más reconocidas por el público.
Dios encarga al Mundo que realice una obra de teatro, con
diversos personajes que actuaran diversos papeles: el rey, la hermosura, la
discreción, la pobreza, el rico, el labrador y el niño. Cada uno asume su papel
y tras representarlo, se ven bajo el escrutinio del juicio de Dios.
La segunda obra de la que hablamos es El gran mercado del mundo, donde el Buen y el Mal Genio compiten
por el amor de Gracia, rechazando los favores de Culpa. El padre de ambos
accede a entregársela a quien mejores virtudes elija en el mercado de que se está
celebrando en una ciudad cercana.
Son un par de autosacramentales bastante sencillos, tanto en
estructura como en argumento. Es en la filosofía que encierran sus versos donde
reside la genialidad de Calderón.
El tema principal es la vida como representación, idea muy
extendida durante el Siglo de Oro. Todos somos personajes en la obra de teatro
que es la vida y se nos encomienda un papel. Sin embargo, la novedad que caracteriza a Calderón es que nuestra salvación no está predestinada por el destino o por nuestro origen, sino es nuestro
comportamiento lo que realmente nos permite alcanzar la salvación de nuestras almas.
La religión católica está presente claramente en ambos
textos. No en vano, es tiempo de la Contrarreforma y la lucha contra los herejes en
Flandes. El propio Calderón de la Barca llegó a ordenarse sacerdote y fue capellán de Carlos II. Son los valores cristianos como la humildad, la templanza, la pobreza o la
discreción vencen a la lujuria, la malicia y a la culpa. El bien supremo es
alcanzar a Dios y la Gracia
divina que desprende. No importa tener que sufrir penitencias o verse
encadenado en el purgatorio.
Los personajes son conceptos abstractos personificados, que
encarnan los papeles que el autor ha dispuesto para ellos y ellos acceden a
interpretarlos lo mejor posible, rodeados por el culteranismo de Calderón que, como en La Vida es Sueño, argumenta a
favor del libre albedrío. Ese libre albedrío que necesitamos, pero que muchas veces
ignoramos para perdonarnos los pecados que atormentan nuestra conciencia.
Lo mejor: Refleja
muy bien sus ideas filosóficas y los integra a la perfección dentro del
comportamiento humano.
Lo peor: Nada.
Nota: 9/10. Absolutamente
fascinante
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