“Apurar cielos pretendo ya que me tratáis así, que delito cometí contra
vosotros naciendo.”
Tras una larga travesía
del desierto, transportando el terrible peso de varios exámenes universitarios,
volvemos a realizar críticas. Y para redimirnos ante los lectores que han
soportado estoicamente la espera, traemos una de las obras más grandes de la
literatura española. La Vida
es sueño de Pedro Calderón de la
Barca.
Perteneciente
a la gran época de nuestra cultura, el Siglo de Oro. En pocas calles madrileñas
convivieron artistas de la talla de Lope de Vega, Quevedo o Calderón. Este
genio en concreto nació en 1600 en Madrid, y fue un autor muy precoz. Su origen
aristocrático y su carácter pesimista marca su obra. El médico de su honra, El alcalde de Zalamea o El gran teatro del mundo son algunas de sus obras más importantes.
Rosaura, acompañada de
Clarín, llega al reino de Polonia con planes de venganza. En su camino, se
refugian en lo que resulta ser la cárcel de Segismundo, hijo del rey
Basilio. Oyen sus lamentos, y Rosaura,
conmovida, se acerca a él. Clotaldo, ayo y guardián de Segismundo, les descubre.
Cuando va a ejecutar la sentencia, ve que la espada de Rosaura, que va disfrazada
de varón, es la suya. Es la prueba de
que ella es su hija. Le promete a ella que la apoyará en sus propósitos.
Mientras, el causante del
enojo de Rosaura, Astolfo, busca el matrimonio con Estrella, para poder heredar
sin conflictos el trono de su tío, el rey Basilio. Pero él les revela la
existencia de Segismundo, encerrado en una prisión debido a que los astros
advertían que iba a ser un tirano. Decide devolverle su título de príncipe
heredero si su comportamiento es adecuado cuando llegué a palacio.
La obra es la lucha entre el destino y el libre albedrío. La predestinación protestante y la católica libertad
del hombre. Segismundo está marcado, y esa marca le conlleva una terrible
existencia. Algo en su interior le lleva a comportarse como el tirano, como un
animal con ansias de venganza. Ya en palacio, no duda al tirar a un criado por la ventana o intentar violar a Rosaura, de la
que se encuentra bastante atraído.
Así vuelve a su estado de prisión, creyendo que ese día en palacio fue un sueño. Y es en este momento donde proclama uno de los mejores monólogos de la literatura universal. "¿Qué es la vida Un frenesí. / ¿Qué es la vida Una ilusión / una sombra, una ficción; / y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, / y los sueños, sueños son."
En este monologo, se juntan varios
temas. La levedad de la vida y de las cosas. La frivolidad de nuestro egoísmo.
La fantasía de nuestros amores y nuestros éxitos que se convierten en ceniza y
polvo como la misma tierra que pisamos. Es bajo este pesimismo cuando
Segismundo intenta enfrentarse a su destino.
Los personajes son bastantes
esquemáticos, coaccionados y sujetos por la densa filosofía que impregna los
diálogos. Solo Segismundo consigue vivir en completa armonía con la carga
pesada de las reflexiones. Del resto de personajes me quedo con Rosaura, que afronta el tema del honor, clásico de los
clásicos en este Siglo de Oro; y Clarín, el bufón de la obra pero capaz de filosofar si es necesario
Calderón practicaba el
culteranismo, siendo su principal exponente. Su texto está repleto de
hipérboles, metáforas e imágenes, así como de figuras mitológicas como hipogrifos
y el laberinto de Minos. Quizá en ocasiones dificulte el seguimiento de la
obra, sobre todo en representaciones. Los versos y la métrica son sencillamente
perfectos.
Quiero señalar que tuve la
ocasión de disfrutar de la obra en el escenario. Concretamente en el teatro de
Valle-Inclán. Gran trabajo de iluminación, bastante sobrio, como las
actuaciones, exceptuando a una excepcional Blanca Portillo, que interpreta de
forma tan magnifica a Segismundo, que te olvidas que en realidad es una mujer.
Siento realizar la crítica demasiado tarde por si había algún interesado, pero
ya apenas días atrás terminaron las funciones. Pero recomiendo fervorosamente
la obra de Doña Perfecta, en el teatro María Guerrero, que está disponible
hasta el 30 de diciembre.
Lo
mejor: Monólogos eternos. El uso inteligente de metáforas sin parecer
pedante.
Nota: Matrícula
de honor. Volvemos por todo lo alto.
Probablemente, la más grande del teatro español. Aunque yo tenga debilidad por "Yerma" de Lorca, y "Luces de Bohemia" de Valle-Inclán, creo que esta corona el top 3. Y prefiero equiparar a Shakespeare con Calderón que con Cervantes en nuestra literatura. Lo siento, Lope.
ResponderEliminarEstá en el top 3, pero creo que de la literatura universal. ¿Hay alguna obra otra que consiga reunir tanta filosofía y crear un texto bello, del que te puedes aprender de memoria versos?
ResponderEliminarAlguna de Shakespeare, como el Rey Lear o Hamlet y poco más.
Y Sófocles ;) A Séneca le dejamos fuera porque es un peñazo :P
ResponderEliminarClaro los clásicos grecolatinos no pueden faltar. A Séneca no lo he leído.
ResponderEliminarYo lo he intentado. Reconozco que nunca lo he terminado. Es bueno, pero muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuy denso.
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