Hace
unas semanas se entregó el Premio Nobel de Literatura. Murakami sonaba como uno
de los grandes favoritos, aunque finalmente el galardón lo logró el escritor
chino Mo Yan. Conociendo mi devoción por el japonés, algunos bromearon con el
tema (o me dieron el pésame, según lo majo o maja que es cada uno); en ese
momento, precisamente, estaba yo leyendo Kafka
en la orilla, una de las novelas que le configuraron como uno de los
literatos más prometedores de nuestro tiempo. Que me resultó un tanto
decepcionante.
Y
me explico: es una buena obra pero me esperaba mucho más. Normalmente se la
considera una de las obras cumbre de la literatura del japonés, pero para mi
gusto, de momento, es la peor de todas las que he leído. ¿Por qué? Porque
fracasa en algo en lo que Murakami suele ser un maestro: esa mezcla de realidad
y fantasía con cierta (o mucha) moraleja que lleva a un final normalmente
inesperado e impactante (si bien hay excepciones, como After Dark). Vayamos a ello poco a poco.
En Kafka en la orilla nos encontramos con dos personajes principales que se van alternando como protagonistas de los capítulos: Kafka Tamura, un joven que al cumplir 15 años decide escapar de casa (yendo a parar tras muchas peripecias y varios capítulos a una biblioteca de Takamatsu, bien lejos de Tokio), y Nakata, un sesentón que puede hablar con los gatos y que es un tanto raro (por algo que le pasó en su juventud… y que no contaré). Al principio, se intercalan, además, capítulos elaborados en forma de entrevistas e informes militares, que más tarde podremos relacionar con uno de los protagonistas.
Si
los personajes principales ya resultan un tanto extraños, como todos los de
Murakami, los secundarios son para mear y no echar gota. Alguno de ellos
(especialmente Johnny Walker, o el Colonel Sanders… los dos, curiosamente,
sacados del imaginario popular occidental), son realmente fastuosos, y sin duda
uno de los puntos clave del éxito de la novela, por la enorme importancia que
cobran para los protagonistas.
Realidad
y fantasía, como siempre, es la base. Presentarnos cosas incomprensibles como
algo normal, porque los protagonistas lo aceptan así como así. Lugares evadidos
del tiempo y el espacio, personajes irreales, entes cuasi-divinos, amantes que
se reencuentran en diferentes cuerpos, lluvias de sanguijuelas… Todo se da cita
sin ningún problema y sin plantearnos preguntas, con naturalidad, como quien va
a comprar el pan. ¿Problema? Que después de varias novelas, ya empiezo a ver
que la fórmula está un poco trillada (y aquí quizás funcione peor que en otras
obras del autor).
Mención
ejemplar recibe, claro está, el estilo, impecable, que entremezcla los
pensamientos de los personajes (y de un joven llamado Cuervo cuya identidad
podremos intuir, pero tardaremos en conocer con seguridad… hasta que se nos
habla del significado del nombre “Kafka”, concretamente) con la narración
testigo de lo que ocurre (como en una cámara que vigilara los movimientos). Se
combinan la tercera persona, en sus distintos modos (las indicaciones del joven
llamado Cuervo, por ejemplo, utilizan diferente tipografía), con una impactante
narración en segunda persona, que le da al libro un tono tremendamente directo,
y que supone (la primera vez que aparece, repentinamente, y la última, pues así
se cierra el libro), un auténtico mazazo al lector.
Al
mismo tiempo, se combina un tono de tremenda actualidad (ya sea por las
referencias constantes a la cultura popular: Radiohead, John Coltrane, Prince,
los personajes ya mencionados…; ya por los temas tratados, con, por ejemplo,
una divertidísima crítica al feminismo exacerbado) con el tinte clásico que
impregna toda la obra que no es, en el fondo, sino una revisión de la tragedia
de Edipo Rey. Las menciones a
Sófocles, Casandra u otros mitos grecorromanos (o en ocasiones, a la literatura
japonesa), son constantes, y perviven en toda la novela junto con la historia
de un joven que intenta escapar a su destino, mientras este le persigue de
forma ineludible.
Y,
como no podía faltar en una obra de Murakami, aparece también Chéjov, con su
famosa teoría de que si aparece una pistola (quien dice pistola dice
ametralladora, subfusil, trabuco, rifle, mosquetón… lo que sea) en escena,
habrá de ser disparada. Sí, Haruki, lo sabemos, hemos leído a Antón. Y si no lo
hubiéramos hecho, ya nos lo has contado en todas tus novelas. Gracias. Tienes
una obsesión con el ruso peor que la mía con Jared Leto.
El
final de la novela, por cierto, es lo más decepcionante de toda ella. Predecible
(y por eso, al mismo tiempo, impredecible, porque no es propio de Murakami),
soso, sin ningún significado, y con la sensación de que toda la historia que se
nos ha contado no ha tenido absolutamente ningún sentido, ni para quien la lee
ni para quien la firma. Sin duda, eso le hace perder puntos.
“Soy un hombre
hueco. Un vacío que va devorando la sustancia. Y, justo por eso, no debo
temerle a nada. Absolutamente a nada"
Pues
eso. Daos por enterados.
Allez-y,
mes ami!
Buenas
noches, y buena suerte.
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LO
MEJOR: el personaje del joven llamado Cuervo me encanta, igual que el Colonel
Sanders o Johnnie Walker, que son geniales. Hay frases absolutamente dilapidarias... ¡Ah, y la escena de los pobres gatos, que es más brutal que un capítulo de Metalocalipsis!
LO
PEOR: una fórmula un tanto trillada en sus novelas, un final bastante flojo con
respecto al resto de la novela y, en fin, una sensación de que promete mucho y
ofrece poco.
VALORACIÓN:
7,5/10. Y no sé si debería darle menos. Si no lo hago es porque soy un fanático
de Murakami. Pero por Dios, vomito en ese final.
Jajajajajaja,me ha encantado lo de "vomito con ese final"
ResponderEliminarA mí me gusto,si bien es cierto que no he leído nada más de Murakami.Aunque yo soy muy dada a que me encante la gente extraña,como Murakami,Millás o Díez.
Yo soy un fanático a muerte de Murakami. Pero a muerte, es uno de mis cinco escritores favoritos. Y aún así, en este final, vomito xDDDD
ResponderEliminarVa a ser verdad lo que dicen algunos de que lo primero que te lees de Murakami es lo que más te gusta, que el resto es más de lo mismo... Bueno, no. A mí lo que más me gustó fue lo tercero suyo que leí, "1Q84"...
Hombre,suele pasar con la gente que tiene mundos muy locos,que luego todo te recuerda a algo.Pero puede no ser necesariamente una "fórmula",entendiendo esto como una manera de sacar dinero sino,simplemente,su modo de escribir.Ya sabes que yo no soy muy de escribir cosas realistas y cuerdas.
ResponderEliminarDe Murakami lo que más ganas tengo es Tokio Blues. Sí, la que me robaste. XD
ResponderEliminarSí, está claro que es su modo de escribir, más que una fórmula para ganar pasta. Y es un modo de escribir cojonudo, que yo adoro. Pero el punto fuerte de ese mundo, es la originalidad. Y esa originalidad se va desvaneciendo a medida que vas leyendo cada vez más obras suyas...
ResponderEliminarAdri, te puedo dejar Norwegian Wood cuando quieras, no lo estoy leyendo ahora (ni sé cuándo lo haré). La culpa fue tuya xD
Kafka en la Orilla es mi novela favorita, no sé si tiene que ver con que es la primera novela que he leído de Murakami, pero es mi historia favorita y me conduce a un lugar en el que me siento cómoda. Me encanta no saber a dónde se dirige en muchas oportunidades, me encanta tener que relacionar ambas historias de los personajes y tener que llegar a entender por mí misma las cosas sin que me tengan que ser explicadas.
ResponderEliminarLuego leí After Dark, que me decepcionó, porque me pareció bastante predecible y una idea bastante remontada en otras historias. Ahora estoy leyendo Crónica del Pájaro que Da Cuerda al Mundo, y posiblemente me guste tanto como Kafka, ya que son similares para mí.
En fin, Murakami es mi escritor favorito y Kafka en la Orilla me pareció una obra magnífica, hasta el final me gustó. No sé, es mi punto de vista.
Ya digo que a mí me gustó, pero me decepcionó un tanto porque no me pareció especialmente innovador (aunque hay que reconocer que es anterior a otros suyos que he leído) y porque el final me pareció terrible... Pero bueno, todo son puntos de vista, igualmente respetables. A mí "After Dark" me gustó más que a la mayoría, por ejemplo ;)
ResponderEliminar¡Gracias por pasarte!
En mi caso, es mi favorita. A lo largo de toda la historia, los personajes, que gozan de un peso inestimable, puesto que entrelazan ideas maravillosas y no tanto a través de los capitulos, de una forma que deja en evidencia la magistral capacidad del autor de llegar a sus lectores.
ResponderEliminarDurante toda la lectura una se percata de que hay debajo un mensaje a codificar, más allá de lo obvio, que los personajes nos dicen algo más (cómo si tuvieran una vida propia e intentarán advertirnos de lo que nos espera, bajo la mirada atenta del autor que no desea que eso pase). Y eso es lo que nos deja intranquilos toda la novela. Sí sabemos que habrá un mazaso, pero no sabemos ni cómo, ni cuando, ni donde...
“Es una pérdida de tiempo intentar encontrarle un sentido a las cosas que no lo tienen”...
Disfruto Kafka en la orilla tremendamente y no necesito hundirme en la desolación, por empatía a sus protagonistas, cómo ocurre con Baila Baila Baila por ejemplo, para sentir "eso" a lo que Murakami nos acostumbra, que aún hoy sigo buscándole una definición (ya empiezo a creer que este tipo me volvió una especie de "masoquista literaria").