Todos los allí
encerrados perciben claramente la locura de los demás, pero ninguno a la
propia. (Sobre los reclusos de un manicomio, extrapolándolo a la sociedad)
Una de las figuras más emblemáticas de la literatura
española es el pícaro. El Lazarillo de Tormes o el Buscón de Quevedo son alguno
de los ejemplos más característicos. El personaje ha seguido vivo, y en el 2001
volvió al ruedo de la literatura en La
aventura del tocador de señoras.
Eduardo Mendoza es uno de los autores más importantes del
panorama contemporáneo español. Nació en 1943 en Barcelona, ciudad que se ha
convertido en un personaje en gran parte de sus novelas. Fue abogado y
traductor en la ONU. Su
primera novela fue La verdad del caso
Savolta, que causo sensación, considerándose una de las grandes novelas de
la transición española. Cuatro años después comienza la serie del detective
anónimo, con El misterio de la cripta
encantada, a la que le seguirán El
laberinto de las aceitunas, La aventura del tocador de señoras y El enredo de la bolsa y la vida, su última
novela. Otra novela satírica es Sin noticias de Gurb, sobre un
extraterrestre en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Otras novelas de temática
más seria son La ciudad de los prodigios y
Riña de gatos.
El protagonista, que mantiene su anonimato durante toda la
saga, sale del manicomio en el que estaba encerrado y busca a su hermana, cuyo
marido le da un trabajo en una peluquería de señoras. Tras dedicarse con
entusiasmo y poco éxito a su nuevo empleo, una misteriosa y atractiva mujer le
ofrece un trabajo, el simple robo de unos documentos en la empresa El Caco
Español S.L. No podría imaginar que acabará siendo considerado el principal
sospechoso del asesinato de uno de los empresarios más influyentes de la
ciudad.
Los personajes son bastante singulares, siendo ridiculizaciones de las clases elitistas de la ciudad, con frases y escenas surrealistas. Hay dos mujeres que comparten identidad, un chofer negro y miope, una vecina que se prostituye especializada en el sadomasoquismo, un cuñado homosexual, el alcalde de Barcelona en plena campaña, el abogado Miscosillas, hombres de negocios, tullidos etc…
Es una visión, todavía no afectada por la crisis, de la Barcelona post-olímpica.
Estafas, chanchullos y demás trampas con el fin de conseguir dinero. No son tipos
inteligentes, ni siquiera hábiles. Simplemente no tienen escrúpulos. Una de las
frases que más les representa es: Un
proletario, haga lo que haga, nunca corre el riesgo de dejar de serlo. En
cambio un rico, al menor descuido, se encuentra en el más absoluto desamparo.
El alcalde es uno de estos personajillos que han llegado a
la elite de este país. Claro exponente de nuestra clase política. No quiere oír
nada acerca de los asuntos turbios en los que está mezclado, su frase más
repetida es “no debería oír eso”, sin embargo sus manos están tan sucias como
la de los demás. Es incompetente, y un charlatán pedante capaz de soltar un
gran discurso sobre un soldado romano sosteniendo al imperio y acabar con el
ridículo: Nunca olvidaré esta imagen. En
cambio he olvidado por completo lo que os estaba diciendo. Y mi nombre.
Si hay un personaje que realmente te caiga bien, es el
subsahariano Magnolio. Valiente, honrado, amistoso. Capaz de pegarse una
borrachera en un bar nazi simulando ser el sultán de Brunei. Se juega la vida
por la ilusión de trabajar de forma honrada aunque sea en una peluquera de
señoras.
El autor utiliza la primera persona. El protagonista es un
irreverente busca vidas, que me recuerda al protagonista de Pulp de Charles Bukowsky,
que ha vivido en el límite de la legalidad toda su vida, capaz de amenazar a un
niño de esta manera: Si no me lo dices,
acudiré a la policía y le diré que te he violado. A mí me dejarán en libertad y
a ti te encerrarán en un reformatorio. No es la única frase
de la novela capaz de dejar descolocado al lector, como en la biografía de
Viriato, el cuñado: Durante un tiempo
pensé en ingresar en un convento, pero me lo impidió no tanto el ser yo un
maricón de tomo y lomo como el no poder abandonar a su suerte a mi anciana
madre.
El estilo es bastante complejo, con un léxico bastante rico.
Mezcla con acierto el idioma popular con el más culto, siendo común el uso de
palabras tan selectas que apenas tienen uso actualmente. La descripción está bajo
un prisma deformatorio ya que ni siquiera la mujer misteriosa es inmune a la
ridiculización. Pero también es capaz de ponerse serio y soltar frases hasta
románticas: Si no podemos hacer felices a
las personas que el destino ha confiado a nuestra discrecionalidad, al menos
hemos de evitar que las asesinen. La ironía y el sarcasmo están presentes
en la totalidad de la novela, siendo constantes los chistes fáciles: Se dirigían a ella con los cariñosos
epítetos de bruja y sapo.
La escena final es brillante. Todos los personajes
implicados están en una habitación, intentando desentrañar el misterio y que
acaba como tenía que acabar. Tarantino le daría su visto bueno
Lo mejor: La ironía, sarcasmo y surrealismo se juntan con la
crítica. Los personajes están maravillosamente tratados.
Lo peor: La trama es quizá demasiado enrevesada y confusa a
veces.
Valoración: 10/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario