Me he ido creando un
mundo propio. Y cuando estoy en él, yo sola, me siento hasta cierto punto
tranquila y segura.
Murakami es una de nuestras debilidades. Sobre todo de
Spartan George, pasión que ha intentado transmitir al resto de integrantes del
blog. Tras descubrir un ejemplar de After Dark en un rincón de la humilde
biblioteca en que se ha convertido mi habitación, decidí probar su lectura, por
si acaso el pesado de mi compañero tenía razón. Y la tenía.
No perderé tiempo en repasar la vida, el mismo Spartan
George lo hizo en la crítica de Sauce ciego, mujer dormida. Otras críticas suyas fueron 1Q84 y la obra que repasamos hoy After Dark. También Joseca escribió otra crítica brillante de El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas.
El libro es, como la mayoría de los libros de Murakami, un
conjunto de tramas aparentemente separadas, que bajo el influjo de la brisa
nocturna japonesa van relacionándose. Mari, la joven solitaria que lee en una
cafetería tras perder su tren, se ve interrumpida, primero por Takahashi y
luego por una portera de hotel. Mientras su hermana Eri duerme en una
habitación donde la realidad va perdiendo forma.
Los personajes son el verdadero valor de la novela.
Complejos, con varios matices y en cierta manera, atormentados. Atormentados
por algo que no les deja dormir. Porque nadie quiere ni puede dormir en esta
novela. Aunque si hay algo peor que no poder dormir, es estar tan
hastiado de la vida, que quieras dormir eternamente sin despertarte. No me
refiero a la muerte, sino dejar que Morfeo te ampare de tu vida, huyendo de los
azares de la vida. Ese es el caso de Eri, que prefiere sumergirse en un sueño,
en una vida falsa, a pesar de ser una mujer joven, hermosa y con éxito.
Mientras Mari se siente el patito feo, refugiándose en el
papel de los libros y el estudio. Hasta que Takahashi la intenta devolver a la
realidad, demostrándole quien es en realidad y ver su valor. Mari y Eri son los
dos extremos de la cuerda de la vida. Se rechazan por su propia naturaleza, siendo
finalmente Takashashi el puente que las une.
Por otro lado, Murakami muestra a otros personajes menos
metafóricos y más torturados por las sombras. Una prostituta china agredida, un
ejecutivo que trabaja por la madrugada, que engaña a su mujer y que disfruta
agrediendo a putas, sin saber que la mafia le buscará por eso. La amargura de
la vida la representan la portera Kaoru, que a pesar de los palos de la vida sigue
sobreviviendo; o Korogi, que huye de la propia sombra de su pasado: A veces siento como si estuviera haciendo
carreras con mi propia sombra. Ambas mujeres a pesar de todo no pierden su
bondad ni su sentido de justicia, sino que se mantienen fieles a ellas mismas y
a sus valores.
La narración es en tercera persona. Destaca el uso del
narrador testigo, siendo nosotros los invitados a la visión del propio autor,
que es quien gobierna la cámara y nos señala lo que tenemos que observar. Las
descripciones son brochazos de autentica genialidad. La búsqueda de planos y el
enfoque en ciertos detalles recuerda al cine, que junto al jazz, es una constante
fuente de referencias, estando cada ambiente bajo la influencia de una canción.
El estilo es sencillo, y directo pero preciosista. El lector se ve sumergido en
la melodía de las palabras de Murakami. Incluso cuando aparece el surrealismo
en la habitación de Eri Asai. Una mezcla perfectamente coherente entre la
realidad y la fantasía, representadas metafóricamente en el final del libro.
Por lo que leído a otros colegas del blog y a mi propia
experiencia, el autor flojea un poco en los finales. No es que sean malos, sino
que son demasiado rápidos. Y abiertos, dejándote de demasiadas ganas de más. Y
en After Dark, el final se vuelve es demasiado surrealista, sin saber
exactamente que ha pasado con Eri Asai, aunque es preferiblemente creer que
ambos la persona que forman las dos hermanas muestre señales de un cambio con
respecto a ellas.
Lo mejor: Los personajes
Lo peor: El final. Estocada demasiado rápida y sin dar
tiempo a cerrar heridas.
Nota: 8. Muy buen libro, que deja claro que Murakami es un
gran escritor. Pero aún así le falta algo para ser obra maestra. ¿Lo tendrá
1Q84?
Si puedes, revisa la crítica. Por otra parte, yo ya dije todo lo que tenía que decir cuando subí la mía, coincido contigo en casi todo. Y "1Q84", como ya dije, me parece su mejor obra, con mucha diferencia.
ResponderEliminar