Algunas cosas no cambian. Hay cosas
encerradas detrás de los muros que no pueden cambiar porque nadie las oye.
Las peores heridas son las
del alma. Son las que parece que se curan, pero al final dejan una cicatriz que
escuece e incluso sangra. Y la despiadada humanidad no deja de hurgar en la
herida, a veces sin querer, otras veces por provecho o maldad. Las mujeres son
sus víctimas favoritas. Ese colectivo, muchas veces despreciado y silenciado a
lo largo de la historia. Obligadas a ser y parecer puras, siempre ante la
paternalista y tiránica tutela del hombre de la casa. Federico García Lorca lo
sabía bien. Siempre las comprendió muy bien, y ellas gozaron de sus papeles
protagonistas. Yerma, la zapatera, Bernarda Alba o Rosita son quienes dan vida
a esa mujer de la primera mitad del siglo XX.
La obra de Lorca trata de
la desesperación de la protagonista de conseguir la maternidad, impuesta por su
propia naturaleza y la sociedad. La obsesión de Lorca por el tema de la
esterilidad es evidente, ya que el problema está presente en gran parte de su
obra.
El matrimonio sin amor,
sin otro interés de procurar hijos que no llegan. Ese es el martirio de la
protagonista. La condena de ver como las otras mujeres paren, aguantar las
burlas a su espalda, un marido que pide que mantenga el decoro y la honra sin
cumplir su parte en el matrimonio, y acabar viéndose reducida a rezos y
rituales mientras ve a su amor pasar de lado.
Esta Yerma histriónica la
acompaña su marido Juan, un hombre que sólo piensa en trabajar para conseguir
dinero, y no quiere que ninguna tercera boca aparezca para devorar su jornal.
Su amiga María, el joven Víctor, una joven y descarada lavandera y una vieja
pagana, personaje bastante interesante, son lo más destacable de los personajes
secundarios.
La estructura resulta ser
una novedad. La obra está compuesta por tres actos de dos cuadros cada uno.
Entre cada escena se adivina un creciente paso del tiempo en el que Yerma va
cambiando drásticamente. El cambio es totalmente radical llegando a cometer
actos insospechables al principio. Yerma
acaba sucumbiendo al desanimo: Cada vez
tengo más deseos y menos esperanzas.
La obra está compuesta por
conversaciones entre los personajes llenas de elementos poéticos como metáforas
o imágenes. El autor expresa con ellos toda el sentimiento interior de la
protagonista. El tratamiento del personaje femenino es bastante complejo, como
es común en Lorca, al igual de la mentalidad y la ambientación de la España rural de la época. El
andalu consigue que el elemento popular se fusione con la calidad poética.
Lorca da un magistral
punto y final a la obra, con la emoción por todo lo alto y los nervios a flor
de piel. Yerma se muestra totalmente desquiciada, violenta, rabiosa y oscura. Los gritos finales cierran una vida
llena de insatisfacciones y promesas sin cumplir.
Lo mejor:
La evolución de Yerma
Lo peor:
Juan podría evolucionar más.
Calificación: 9’7
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