La guerra, no la paz, produce la virtud. La guerra, no la paz purga el vicio. La guerra, y la preparación para la guerra, inspiran todo lo que de noble y honorable hay en el hombre.
Los héroes pueden ser idolatrados. Pero las autenticas leyendas son las que consiguen la autentica inmortalidad, la inmortalidad que Alejandro Magno consiguió en Asia. Los nombres se esculpen en lugares más perecederos que la roca. Se vive eternamente en la memoria de sus contemporáneos que contaran la leyenda a sus hijos, escribirán poemas épicos de guerra y valor, forjando una leyenda mezcla de realidad y mito. Los griegos eran conocedores de ello, y Alejandro, su estandarte se comportó como un verdadero héroe homérico. Otros no lo buscaron como el macedonio, pero consiguieron su lugar en la leyenda, como Leónidas y los 300.
Steven Pressfield es un exmarine estadounidense, que tras abandonar el cuerpo se dedica a la escritura, tanto de novelas, sobre todo históricas, como de guiones cinematográficos. Se caracteriza por demostrarnos la parte oscura y visceral de las batallas, nos enseña la sangre, la mierda y la vergüenza de la guerra, la cara amarga de la gloria. Sus personajes son como nosotros, son humanos. Sienten, sangran, pierden sus miembros amputados, lloran y echan de menos a los suyos. Da igual que sean los mismísimos espartanos, entrenados desde su niñez en la durísima agogé.
Grecia ha sido la protagonista de sus novelas ya sea con la obra presente, La Campaña Afgana o Los Vientos de Guerra, obra sobre Alcibíades y la Guerra del Peloponeso que recomiendo encarecidamente.
El libro es el relato de la vida de Xeontes, desde que vio el saqueo de su polis, refugiándose en Esparta, donde llegará a participar como auxiliar - los 300 espartanos se vieron acompañados de miles de auxiliares y aliados de toda Grecia, en especial los Tespios – en la batalla de las Termópilas.
El narrador es el historiador personal de Jerjes, aunque cede en la gran parte del relato el peso de la narración al propio Xeontes, siendo la novela totalmente en primera persona. Xeontes es el testigo no solo de la propia batalla, sino de los precedentes. El arrogante Polínices, el joven Alexandros, el valeroso Dienekes, el escita Suicidio, el orgulloso Gallo, la firmeza de Aretes - ejemplo perfecto de mujer espartana- y la leyenda de Leónidas son los que forman la novela.
Ritmo rápido que posibilita una lectura rápida, pero que te deja repasar cada herida, cada gota de sudor, cada estocada. Sin grandes alardes lingüísticos - para que van a ser literatos los soldados – pero sin errores, y con frases que se te clavan en el cuerpo como una lanza espartana - La existencia se había convertido en un túnel cuyas paredes eran muerte y dentro no existía esperanza de rescate o entrega.- Se compone en varios libros, donde predomina un personaje en concreto que da nombre al libro. A su vez se divide en distintos capítulos.
El final adquiere cierto tinte negro, nunca mejor dicho, gracias a la llegada de última hora de una dama cubierta con velo negro que honra a uno de los héroes. No digo más, que creo que ya he hablado demasiado.
Lo mejor: La leyenda se vuelve más humana, sin que se pierda épica. Estamos hablando de un episodio épico propio de la realidad que con frecuencia supera a la ficción.
Lo peor: Quizá la prima de Xeontes tiene menos peso del que debería. Pero pongo esto para decir algo más que un escueto nada.
Nota: 10/10 Puedo decir que es la mejor novela histórica que he leído con diferencia.
Nota: 10/10 Puedo decir que es la mejor novela histórica que he leído con diferencia.
Te falta la nota. Aunque si quieres la pongo yo: INSUPERABLE.
ResponderEliminarOtro de los libros que marcaron mi juventud, y casi sin ninguna duda, la mejor novela histórica jamás escrita. Le da mil vueltas a Manfredi ("Alejandro y las águilas de Roma" se le acerca, pero no es histórica, es ucronía).
Brutal la crítica, por otra parte, refleja muy bien el espíritu de la novela.
Que le guste la crítica a un espartano es un honor. Aunque viéndole en persona, juraría que los espartanos eran más altos. Xd
ResponderEliminarAl final he añadido la nota, aunque sinceramente me duele en el alma dar menor puntuación de la que se merecen.