“Así funciona nuestro mundo. Ojo por ojo hasta
que hayamos muerto todos y los cheshires calmen la sed en charcos formados con
nuestra sangre”
Tras un coqueteo con diversos
autores y géneros, y un largo romance con Neil Gaiman, he decidido volver
durante una temporada a mis raíces literarias como fanático de la ciencia
ficción, teniendo solo ligeros escarceos con otras obras. Y no hablo de una
ciencia ficción cualquiera, no: he vuelto a meterme de lleno en la distopía
cyberpunk.
La primera afortunada en esta
temporada ha sido una novela bastante reciente, algo cuando menos curioso, dado
que el auge indiscutible del género estuvo entre los años 80 y, si acaso, 90.
Ya me están esperando a mi vera el Neuromante
de Gibson y Snow crash, de
Stephenson, pero mientras tanto, el italiano Bacigalupi y su ópera prima han
tenido una primera oportunidad.
Y es una oportunidad que, a pesar
de unas cuantas trabas y errores, no ha sabido desperdiciar. Aún hace apenas
seis años Bacigalupi ha sido capaz de crear un mundo a la vez con un tinte
nostálgico y familiar, pero novedoso e innovador, que le ha hecho merecedor de
todo premio imaginable, pasando, por supuesto, por el Hugo y el Nebula.
La premisa central de la novela
nos sitúa en el futuro del siglo XXII, no del todo concreto, en un mundo donde
la investigación genética se ha impuesto como una realidad con dos caras, que
ha destruido la antigua civilización y al tiempo es su única oportunidad de
salvación. Es un mundo desconfiado tras la Contracción que llegó a la Expansión
(el momento de esplendor del planeta), y donde la lucha por sobrevivir se ha
convertido en algo salvaje y necesario.
Más en detalle, el foco se pone
en el reino de Tailandia, que ha logrado sobrevivir con dificultad blindándose
ante la llegada de los farang (extranjeros), para proteger el legado de sus
semillas de las nuevas plagas que asolan el planeta, diezmando a la población
sin contemplaciones. En este mundo luchan los intereses del corrupto Ministerio
de Comercio y del brutal y represivo Ministerio de Medio Ambiente, cada uno con
unos objetivos y unos aliados enfrentados que están destinados a un choque
inexorable.
Este telón de fondo permite a
Bacigalupi desarrollar una historia muy bien construida y con personajes
emblemáticos, en una dura lucha en que prima la ley de la selva, y lo más
importante para cada uno son sus intereses y los pocos seres queridos que le
rodean. Aunque tarda bastante en arrancar, para poder poner todas las piezas en
el tablero, cuando lo hace la tensión va creciendo poco a poco, construyendo
una trama vertiginosa y con un final cargado de un giro tras otro, que resulta
sencillamente delicioso.
La trama se desarrolla con una
lógica aplastante, pero que a su vez deja hueco para sorpresas constantes, y
que siempre va por los derroteros que le pide la historia: si hay que matar a
algún personaje, por ejemplo, por querido que sea, muere. Se plantea además un
trasfondo increíble que tiene dos vertientes principales: por una parte, el
mensaje ecológico y de advertencia más que evidente hacia el mundo actual; por
la otra, el clásico mensaje tan presente en numerosas distopías sobre la
esencia de aquello que nos hace humanos, y que se refleja en la propia chica
mecánica, Emiko, que está presente como nexo de toda la trama.
Los problemas del libro, por su
parte, vienen por la complejidad que se desarrolla a veces, y que por ejemplo
hace que aparezcan de forma recurrente personajes que no terminamos de saber
quiénes son hasta demasiado avanzada la novela, y ni aún así nos queda claro
(ya que cada capítulo está escrito desde el punto de vista de uno de los
protagonistas).
Además, la lentitud a la hora de
arrancar hace que la lectura se haga un tanto cuesta arriba en los primeros
capítulos, hasta que realmente logra enganchar. En una tendencia que veo que
acusan muchos escritores actuales, sobre todo en la ciencia ficción, Bacigalupi
desarrolla una prosa excesivamente pretenciosa a la hora de narrar, no por
compleja, sino por dar demasiadas cosas por hechas en un mundo que crea de cero
y es ajeno al lector, y en el que este tarda demasiado en verse inmerso.
Superadas esas trabas, sin
embargo, el resultado no podía ser más destacable. La novela está bien llevada,
se devora, es incisiva y plantea cuestiones vitales que van mucho más allá de
la trama que aparece a primera vista. Mejorable en esos aspectos estilísticos,
pero de matrícula en cuanto a lo que subyace.
Sin duda, recomendable, aunque
hay que coger el principio con muchas ganas
Allez-y, mes ami!
Buenas noches, y buena suerte.
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LO
MEJOR: lo bien llevada que está la historia, y la construcción de muchos de sus
personajes, así como el trasfondo.
LO
PEOR: en ocasiones peca de pretenciosa o resulta excesivamente intricada.
VALORACIÓN:
7,5/10. Creo que en cuanto a estilo es bastante mejorable, y que el principio
no anima demasiado a lectura. O quizás es que la pillé en mal momento... como
sea, si se le da una oportunidad, no defrauda en absoluto.
La cita inicial me ha matado. Como siempre buena crítica.
ResponderEliminarTiene citas muy bestias, por la ambientación tan cruda y poco amable en que se desarrolla. Es gente luchando por su supervivencia... lo que da lugar a frases tan bestias como la que inicia el artículo, o esta, que era mi segunda opción:
ResponderEliminar"No le conviene confiar en nadie, por amables que parezcan. La niña sonriente de hoy puede ser mañana la misma que machaca los sesos de un bebé armada con una piedra. Esa es la única verdad. Uno puede imaginarse que existen conceptos como la lealtad, la confianza y la bondad, pero se trata de meros gatos demonio. Al final, jirones de humo y nada más, imposibles de aprehender".
Gracias por pasarte, señor mío.