-¿No vienes a jugar al
fútbol? –No, tengo que buscar. -¿El qué? – No lo sé. Ya te lo diré cuando lo
encuentre.
Sabes como vas a ir al teatro de La Abadía , pero no sabes con
que cara vas a volver a casa. Mientras en otros teatros prefieren el género
cómico o la adaptación de clásicos, La Abadía se atreve con el teatro experimental y la
verdad es que en su escenario se han podido ver cosas muy extrañas. Y con estos
pensamientos rondando en mi cabeza me senté a ver 30/40 Livingston, rezando un par de padrenuestros para prepararme
ante lo que podía estar ante mí.
La obra consiste en un personaje que decide explorar la
jungla africana debido a que siente que su vida está vacía, su destino está ahí
fuera y tiene el deseo irrefrenable de ir a buscarlo. Al final encuentre un
ciervo mitológico con el que establece una extraña relación. Extraño, pero bastante
light para el nivel de La Abadía.
Hay tres personajes. El protagonista, interpretado
magníficamente por Sergi López, el ciervo, con el que el mudo Jorge Picó da
muestras de un amplio repertorio de recursos para convencernos que es
verdaderamente un animal, y el padre del protagonista, invisible pero siempre
presente en la atmósfera de la obra, representado por un sillón tan tentador
como el trono de hierro de Poniente.
Ambos actores son los que han escrito el guión. Ellos ya
habían sorprendido juntos a la crítica en el año 2005, con Non Solum. Ambos tienen amplia experiencia tanto en
teatro como en cine. Sergi López fue el
villano en El Laberinto del fauno y estuvo nominado al Goya a mejor
actor de reparto por Pa Negre.
La obra tiene la estructura de una obra dialogada, pero solo
habla podemos oír la voz de un personaje. Pero la calidad del guión permita dar
voz a ese sillón inanimado y la actuación de Jorge Picó permite que haya
comunicación y química entre este extraño trío. La idea fundamental es la
crítica hacía la sociedad actual, apoltronada en el sillón disfrutando como la
pelotita va de un lado al otro, vigilando que no se salga de la línea, que se
cumplan las reglas, ya que ellos, árbitros de todos menos de si mismos, no
dejan pasar ni una a los demás. Pero no podemos negar que el sillón es
reconfortante, más que correr y sudar en el juego que es la vida. Pero cuando
vas 30/40, al borde del punto de break, te ves obligado a elegir en dar un paso
a delante y luchar o resignarte a la derrota. Este es el debate que propone la
obra. Seguir en búsqueda constante de tu destino, o decidir ver la televisión.
Jugar la partida o verla.
El ritmo es rápido, son noventa minutos donde estas
reflexiones sobre antropología y tenis se mezclan con el humor. En ocasiones se
busca la sátira social, con referencias a Botin y a Urdangarin. También aparece
el humor inteligente o el humor absurdo, que suele coincidir cuando el orondo
Sergi López decide emular a Mario Casas quitándose la camiseta con resultados dispares.
El comienzo es brillante, con una gran conversación paterno filial aunque a
partir de ahí, la obra pierde fuerza. Sin embargo, el final es intenso y
demoledor como el disparo de una recortada.
Os invito a verla en el teatro La Abadía , donde se
representará hasta el 8 de diciembre. Así que no perdáis tiempo e ir a por
vuestra entrada. No creo que os arrepintáis.
Lo mejor: Las
actuaciones.
Lo peor: Durante
el desarrollo pierde un poco de nivel
Nota: 8’2.
Una última postdata.
Señor ciervo, hay una regla de oro entre lo humanos. No nos gusta ver sufrir a los animales.
Pues pinta bien... No sabía que Sergi López hiciera teatro, vaya.
ResponderEliminarBuen estreno en la crítica teatral, sí señor :)