“Cuando estés en la arena… recuerda quien es el verdadero enemigo”.
Dice el dicho, totalmente equivocado, que las segundas partes nunca fueron buenas. Y a pesar de su errónea generalización, hay que decir que tiene su lógica. Si algo es más difícil que alcanzar un nivel alto, es mantenerlo. La presión, la euforia, las expectativas demasiado altas, el peloteo de hipócritas que sonríen con sadismo mientras afilan los cuchillos de sus lenguas son obstáculos que el autor tiene que sortear en una segunda parte. En ocasiones no hay nada que hacer, y la obra baja el nivel, o simplemente lo parece. No importa que la esencia se mantenga, que siga siendo una obra notable o que sea una obra de transición en la trama. Las críticas arrecian.
Afortunadamente, la crítica ha sido benevolente con la segunda parte de la saga de Los Juegos del hambre. No me molestaré en presentar a la autora, Suzanne Collins, ya que ya es una conocida nuestra, y por tanto nos podemos permitir ser más informales con ella. Solo decir a los despistados que En Llamas es la continuación de la celebre Los Juegos del Hambre, perteneciente a la saga con el mismo nombre.
Tras la victoria de Los Juegos del Hambre, los problemas para Katniss Everdeen deberían haber acabado. Pero en la victoria ha osado desafiar al Capitolio, y se ha convertido en la chispa de la rebelión en los distritos. El propio presidente Snow, cuyo principal rasgo es el olor a sangre de su aliento, se encarga de amenazarla, y a pesar de sus esfuerzos en la Gira de la Victoria , finalmente ella y Peeta se verán obligados a volver a la arena como escarmiento, junto a otros tribunos ganadores de otras ediciones.
Los personajes siguen evolucionando. Los jóvenes van madurando bajo los golpes del capitolio, aunque Katniss sigue confusa sobre si misma y de su relación con Peeta y Gale. Tiemblo que Almodóvar se inspire en ella para su propia película. Sigo afirmando que Haymitch es el personaje más carismático y simpático, algo que a veces se echa de menos de sus compañeros de aventura. Que pena que no intervenga en la arena, aunque por lo menos Finnick, un tribuno que se alía durante el combate con la pareja, llena parte de su vacío.
La simple supervivencia deja paso a una mayor complejidad. El Capitolio responde con mano dura ante el desafío de Katniss, siendo los habitantes del Distrito 12 las víctimas. El propio Gale sufrirá los castigos en sus propias carnes. Los otros distritos no se libran del yugo y comienzan las rebeliones. Katniss decide sacrificarse si no hay más remedio por los suyos, sobre todo por Gale y Peeta.
En líneas generales mantiene los mismos rasgos narrativos que en su precuela. La narración en primera persona nos transmite perfectamente los pensamientos de Katniss, sin olvidar la complejidad de la trama. El pesimismo se remarca más si cabe. La estructura y el estilo no varían. El ritmo es un más lento, y es menos adictivo, dejándose cosas en el tintero.
Es quizá la mayor diferencia con su predecesor. Se extiende demasiado a veces, y algunas partes falta acción. También considero que hay demasiadas alianzas durante la lucha de la arena. La falta de originalidad y la facilidad de adivinar sigue siendo un debe, y el cambio de marcha que la saga ansiaba viene demasiado tarde, ya en el final de la obra, donde se prepara para la verdadera batalla final en Sinsajo.
Concluyendo, una buena secuela, por debajo del nivel de Los Juegos del Hambre. Sé que la he dado muchos palos, ha tenido la mala suerte de coincidir con varias obras maestras en mi tiempo como lector.
Lo mejor: Mantiene lo bueno de su antecesora sin resultar demasiado pesada.
El cinismo y el pesimismo se ven con más crudeza todavía.
Lo peor: Es bastante más lenta.
Es tan parecida a Los Juegos del Hambre, que es imposible no compararlas, comparaciones que pierde.
Nota: 8, a pesar de las dudas.
Si te ha gustado la primera parte te animo que sigas. Si no la has leído, empieza por el primero.
Aquí tenemos la crítica del primer libro de la trilogía: http://plumarota.blogspot.com.es/search/label/Suzanne%20Collins
Y recordar: podemos ser la chispa de algo que no podemos controlar.
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