"¡Así, el poeta será un guerrero y el guerrero un poeta!" (Alejandro Jodorowsky, "La Casta de los Metabarones")
viernes, 8 de junio de 2012
Poul Anderson – La espada rota (1954)
“Tú piensas que para nosotros va a surgir un nuevo día. Pero yo te digo que se trata de la noche”.
Bien cierto es que el mundo de la fantasía está muy trillado, y ya resulta difícil encontrar obras realmente originales, en las que no se pueda apreciar de forma clara las huellas de otros autores. Sin embargo, la cosa cambia si hablamos de un autor contemporáneo de Tolkien, que sentó junto con él algunos de los pilares básicos del género y que, al igual que él, tomó prestadas para su obra las fuentes de mitología nórdica más estudiadas en su época.
Anderson, estadounidense que vivió en los tres últimos cuartos del siglo pasado, fue mayormente escritor de ciencia ficción. Estudiante de física, se unió al círculo de la llamada “hard sci–fi”, a la que también pertenecieron Isaac Asimov o Arthur C. Clarke. Con sus obras en este género gano varios premios Hugo y Nébula que le hicieron famoso a nivel internacional; sin embargo, fue con La espada rota con la obra con que cosechó su mayor éxito. Publicada en 1954, el mismo año que ve la luz la famosa trilogía tolkieniana, es un relato sencillo pero épico que narra la historia de Skafloc, ahijado de los elfos, en su lucha contra Valgard, sombra y antagonista de nuestro héroe.
A pesar de las semejanzas que se apuntan habitualmente con la saga de la Tierra Media, son quizá más interesantes las diferencias que guarda con respecto a ella. Las raíces nórdicas están mucho más presentes en la épica de Anderson, tanto en el fondo (personajes, lugares, mitología…) como en la forma, que se acerca muchísimo a las antiguas eddas y las sagas literarias medievales de los pueblos del norte. Sin embargo, también hay lugar para influencias más mediterráneas: esa fatalidad, ese destino ineludible, y esa catarsis marcada por la ignorancia que desembocan en la tragedia final, tan propias del teatro griego, también están muy presentes en el relato. De hecho, uno de los temas clave es ese incesto que viven sin saberlo Skafloc y Freda, y que espanta incluso a Valgard, a quien parece algo demasiado cruel que los hermanos no merecen. Por otra parte, algunos de los personajes o acontecimientos están claramente tomados de la mitología griega, como las referencias a la Odisea (el saco de cuero atado que contiene los vientos marítimos) o a los dioses griegos (Bolverk, el gigante cojo, es un reflejo claro de Hefesto).
El estilo, como digo, es muy clásico, de saga nórdica, narrando lo que ocurre como si se tratara de una tradición oral, sobrio, con muy pocos artificios. Incluso en ocasiones hay partes de la novela que se omiten los acontecimientos, resumiéndolos en un “podría dar para innumerables canciones y sería digno de ser contado” y siguiendo con el núcleo principal de la historia, sin desviarse de ella. La sobriedad, sin embargo, peca de extrema, y a veces llega a demostrar un texto poco depurado y trabajado, que el autor quiso mantener tal cual cuando corrigió la obra años más tarde.
En cuanto al tema, resulta harto interesante ver esa conflagración entre el mundo de los hombres y la gente de Faerie, entre el bien y el mal, entre los poderes amorales de los antiguos dioses y el mundo de contrastes del cristianismo. Se muestra una mitología en decadencia por la llegada del nuevo Dios cristiano, abocada al fracaso e intentando sobrevivir en un mundo que ya no les pertenece. La tragedia se refleja casi más en los habitantes de Faerie que en los humanos, e incluso Imric, conde de los elfos de Inglaterra, llega a resumirlo con una dureza increíble: “los hombres son más felices que los habitantes de Faerie... o que los dioses, si comenzamos a hacer comparaciones. Mejor vivir con la brevedad de una estrella fugaz, cruzando brillante el cielo, que con una inmortalidad que no permite ver nada fuera de ella. Siento que mi fin se avecina. Siento que se acerca el día en que Faerie se desvanecerá, cuando el mismísimo Rey de los Elfos se convierta en un simple espíritu de los bosques y después en nada, y los dioses se oculten. Y lo peor de todo es que considero justo que los inmortales no vivan para siempre”.
La novela, poco a poco, va tomando un cariz cada vez más preocupante, hasta desembocar en ese durísimo final en el que se enfrentan el héroe, Skafloc, y un antagonista bastante peculiar, Valgard, que se gana la empatía del lector al ver cómo no es más que un juguete del destino, una sombra de su hermano Skafloc condenada en las palabras de todos (“No transcurrirá mucho tiempo entre nuestras muertes. Cuando yo me vaya, ¿cómo podrás seguir estando aquí, tú, que eres mi sombra?”); sin embargo, es curiosamente Freda la que precipita la tragedia final, realmente sorprendente. Merece la pena leerlo aunque solo sea por esos últimos capítulos cargados de grandiosidad y tensión.
Allez-y, mes ami!
Buenas tardes, y buena suerte.
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LO MEJOR: el final y lo bien construidos que están algunos personajes, como Valgard. La mezcla de mitologías también es magistral.
LO PEOR: el estilo es demasiado sencillo, y la falta de artificios llega a repercutir muy negativamente, dando la impresión de ser un texto que el autor narra tal y como le viene a la cabeza, sin apenas trabajarlo.
VALORACIÓN: 8/10. Épico, directo y con una visión muy particular de la mitología nórdica. Desde luego, una obra clave en la fantasía del último siglo. Si pierde puntos, es por el estilo.
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Me has reventado el final, pero bueno la crítica está bien. Ya me pondré un día al día con el señor Anderson y me reconciliaré como se merece con Tolkien.
ResponderEliminarNo he reventado el final para nada, solo he dicho que desemboca de una forma trágica por culpa, en parte de Freda. Ahora bien, desde la primera línea del libro está claro que va a terminar mal (y no te he dicho cómo termina, hay muchos finales posibles y todos igualmente horribles xD)
ResponderEliminar@Spartan George: ¿Me puedes explicar el concerpto de Hard Sci-Fi? Lo que te entiendo es que te refieres a una ciencia-ficción reflexiva y adulta, no a: "la gran moco-masa marciana aprastaba casas mientas gritaba muajajajajajajajaja ". Si es así lo que yo creo, en ese genero yo también incluiría a Orson Scott-Card.
ResponderEliminarSí, pero no xD La hard sci-fi no es solo que sea más seria que la simple ciencia ficción de choflar marcianitos, sino que suele tener una base científica bastante importante; de hecho, la mayoría de los que la escriben son científicos de alguna especialidad, casi siempre.
ResponderEliminarEl más conocido es C. Clarke, junto con Asimov. Hay muchos más: Gregory Benford, por ejemplo (autor de la maravillosísima "Cronopaisaje", de la que ya haré una crítica), Stanislaw Lem... Aunque claro, es difícil delimitarlo. A Orson Scott Card no le he leído, pero ten en cuenta que hay muchos escritores de ciencia ficción bastante "seria" que no son hard sci-fi (como por ejemplo Philip K. Dick, Ray Bradbury o Clifford D. Simak)
Para más info, consultar la wikipedia xD: http://es.wikipedia.org/wiki/Hard_science_fiction