viernes, 5 de abril de 2013

Jun'ichirō Tanizaki – La madre del capitán Shigemoto (1949)



 “En lugar de tenerla esperando su muerte, él se consideraría muerto desde ese momento, y consagraría su vida a alegrar la de ella”

[Oye, ¿cómo se hacía esto? ¡Que no me acuerdo! ¿Qué? Ah, ¿ya está el micro abierto? Jo, voy, voy. No me metáis prisa. A ver…]

¡Hola! ¿Me recordáis? Sí, soy yo. Spartan George ha vuelto a daros la plasta. Lo siento, sé que los días sin mí se han hecho cortos. Pero no todo es felicidad en esta vida, tendréis que soportarme como a una nube cargada de lluvia en forma de palabras. Que no iba a dejar solos a mis compañeros que tan bien lo han hecho estos meses, jo. Bueno, vamos a ello.

Os traigo, como vuelta a mi mundo de crítica, una novela de la que no sabía absolutamente nada hasta hace dos semanas. Nada de nada. Estaba por la biblioteca buscando algo de… ya ni me acuerdo de quién. ¿Simak? Probablemente. El caso es que me topé con un libro cuyo título me atrajo horrores: La madre del capitán Shigemoto. Lo cogí. “Jun'ichirō Tanizaki”. Vaya, literatura japonesa. Hmm, del siglo XX… Echémosle un vistazo.


Resulta que Tanizaki, al que como digo no conocía de nada (estoy tirando de wiki, lo reconozco) es uno de los escritores japoneses más populares del siglo XX, y parece que uno de los que configuró la moderna literatura japonesa. Sí, Murakami viene de aquí. Es más, en la contraportada de este libro aparece una cita de Haruki diciendo “Tanizaki es un novelista espléndido, y un gran hombre”. Pues muy bien. Tampoco nos importa mucho, pero ahí queda. El caso es que junto a figuras tan magníficas como mis queridos Yukio Mishima o Natsume Sōseki (¿os he hablado ya de Mishima? ¿No? ¿Y de Sōseki? Vaya, pues tendré que ponerme las pilas), renovó la literatura japonesa y nos trajo las formas que conocemos hoy en día. Publicó una barbaridad de libros (destacando El elogio de la sombra), y recibió varios premios y títulos tanto dentro como fuera de Japón (en EEUU, por ejemplo, fue el primer japonés en convertirse en miembro honorario de la Academia de las Artes y las Letras).

Sin ser una de sus grandes obras, sí que parece que la novela que os traigo tuvo cierta notoriedad en su bibliografía. Basada/inspirada en una historia tradicional japonesa del siglo X, cuenta las vidas entrecruzadas de un capitán de la guardia y seductor; un político un tanto aprovechado; otro político (tío del anterior), venido a menos; otro capitán de la guardia más (varios años más tarde); y, en medio de todos ellos, la madre del anterior. Vamos, un culebrón de enredo. Una historia de amores, seducción y ciertas traiciones. Un argumento interesante… pero que luego descubriremos que no da para demasiado.

La historia, hay que decirlo, no es nada del otro mundo. No es nada que no hayamos leído mil veces ya. Los personajes son, como cabe esperar, bastante estereotipados, y no tienen demasiados matices. Es más, a excepción de Kunitsune, el anciano político que pierde a su mujer por las manipulaciones de su sobrino, resulta absolutamente imposible empatizar con ningún. Por diversos motivos; en caso de Heiijū, el seductor que ocupa la mayor parte de la narración, porque es un cabrón sin demasiados escrúpulos (así, con cariño); en caso de otros personajes, como Shigemoto o su madre, porque apenas nos da tiempo a conocerles en su breve paso por la novela. Así, en cuanto al fondo, la historia no es especialmente destacable. Es más, no tiene un planteamiento, un nudo claro, y va saltando de una anécdota a otra hasta llegar a un final curioso pero no demasiado espectacular.

Y sin embargo, es una gran obra. ¿Por qué? ¿Dónde está su secreto? Como podréis imaginar, la respuesta está clara: en la forma.

Vale que la historia no sea nada del otro mundo. Eso es cierto. Pero es una historia, una argumentación, que encaja a la perfección en la forma que propone Tanizaki. Como se ha comentado, se inspira en una historia tradicional y (detalle importante) supuestamente real. Así, el libro se convierte en una mezcla de géneros absolutamente brillante: el autor conjuga sin ningún pudor el género historiográfico con la novela, la biografía, la poesía y hasta los ensayos filosóficos que desliza hacia el final de la obra. En ningún momento sacrifica los hechos a favor de la novela, sino que siempre es fiel a ellos, aportando por ejemplo distintas visiones de una historia contada de distintas maneras a lo largo de los siglos. En cierto sentido, es un poco herencia de las Vidas paralelas de Plutarco, pero mucho más novelado que la obra del autor griego.

Así, Tanizaki consigue mantener el interés en una historia que parecía no dar para demasiado a través de más de 150 páginas que, hay que decirlo, se pasan volando. Su estilo, además, está impregnado de esa lírica y esa poesía tan características de la literatura japonesa, sea cual sea la época en que la encontremos, y que tan interesante la hace a mis ojos.

Sin duda, ha sido un descubrimiento muy de agradecer. Veremos qué más me ofrecen mis queridos orientales en los próximos tiempos.

Allez-y, mes ami!

Buenas tardes, y buena suerte.

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LO MEJOR: esa conjugación de estilos tan “infantil”, tan inocente, que la dota de una gran frescura narrativa y, sobre todo, de gran originalidad.

LO PEOR: una historia demasiado tópica y un poco floja.

VALORACIÓN: 8/10. Gran aportación de la literatura japonesa. Mejorable, pero con una influencia que se hará notar mucho en escritores posteriores.

2 comentarios:

  1. Se te ha echado de menos. Parece mentira pero me gusta tener compañía. Especialmente cuando parece que sabe de lo que habla Xd.

    Y encima vuelves a tu estilo. Literatura japonesa nada más y nada menos. Ya me descubriste a Murakami, así que ¿por qué no dar otra oportunidad al país del sol naciente?

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  2. Gracias, caribú :) Os las habéis apañado bien sin mí, de todas formas ;P

    Lo devuelvo esta semana (tarde, de hecho, tenía que haberlo devuelto ayer) a la biblioteca de la uni, así que si quieres cogerlo... Aunque la verdad no sé si te recomendaría empezar con Tanizaki o con Soseki (del que haré crítica en breve, espero)... Hmmm... Quizás este mejor, que a pesar de la forma puede que te resulte más digerible. Soseki es más interesante en trasfondo, pero menos atrayente en la forma, la verdad.

    Lo dicho, gracias por la bienvenida y por el interés :)

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