viernes, 22 de marzo de 2013

Enrique Jardiel Poncela - Tres proyectiles del 42 (1944)




Vivir es lo más antihigiénico que existe, porque de vivir se muere todo el mundo


Si algo podemos decir de Enrique Jardiel Poncela, uno de los grandes cómicos que ha parido este país, es que no sabes lo que te puedes encontrar en el escenario. Puede aparecerte de la nada un hombre sin cabeza, o un hombre que se confiesas como un asesino por agradecimiento. Rozar el absurdo, pero sin ser grotesco ni caer en el sinsentido. Porque aunque parezca mentira, lo tiene. Al final lo tiene.


Este hombre, autor de obras tan reconocidas como Los ladrones somos gente honrada o Eloísa está debajo de un almendro, murió cuando apenas había rebasado los cincuenta, totalmente arruinado y olvidado. Había vivido enfrentado a la censura y a la crítica que no le perdonó que atacase con dureza y alguna dosis de sarcasmo al teatro burgués imperante en la época. Poncela les acusó de aburridos, y frente al inmovilismo que recibían el beneplácito los críticos, arrancaba carcajadas y ovaciones entre el público, con una premisa por estandarte. Ser imprevisible. Sorprender continuamente al espectador.


jueves, 14 de marzo de 2013

Orson Scott Card - La voz de los muertos (1986)


“Le maté —pensó —. ¿No lo ve? No merezco consuelo. Quiero sufrir todo el dolor posible. Es mi penitencia, mi restitución y, si es posible, mi absolución; ¿cómo sino podría lavar mis manos de sangre?"

Ningún apasionado de la Ciencia Ficción que se precie puede presumir de serlo sin haber leído El Juego de Ender. La fama de esta novela sobrepasa los límites del más estricto frikismo y se expande hasta los lectores menos asiduos al género. Sin embargo, por algún motivo desconocido son pocos los que continúan la historia de Ender Wiggin más allá del primer volumen.

La voz de los muertos es la continuación del mundo después de Ender y la novela que os traigo hoy para romper esa tendencia y descubrir a Orson Scott Card en su faceta menos conocida, la de la sociología.