martes, 29 de julio de 2014

Truman Capote - A Sangre Fría (1966)


¿Por qué esa irrazonable ira cuando ves a otros contentos, felices y satisfechos?”

Les presento a una de las mejores obras literarias del periodismo, al nivel de maestros como Ernest Hemingway o Hunter S. Thompson. Esta obra de Truman Capote marca un antes y un después en este innoble arte que es el periodismo. Nadie llegó tan lejos en este genero, ni siquiera Thompson, que se bebió el agua de los floreros y se tragó cada pastilla conocida para acabar con la fantasía en la que se había convertido el sueño americano. No solo fueron seis largos años en el asfixiante calor de Kansas ni las incontables notas y entrevistas sobre el asesinato de cuatro inocentes sino entrar en la mente del asesino hasta el punto de comprender todas las acciones de su vida. Eso fue lo que le otorgó la fama que ansiaba y a la vez la destrucción. No volvió a publicar otra novela en su vida, ya que la creatividad literaria y la gloria requieren sacrificios que provienen del fondo del alma.

Y pensar que en principio era un simple reportaje sobre el crimen de una familia de granjeros que le había llamado la atención en el periódico, pero el olfato de este viejo sabueso olió que entre la sangre y los cadáveres se escondía esa escalera al cielo que había buscado durante tanto tiempo. Nunca había podido desayunar con diamantes, a pesar de una trayectoria exitosa, pero A Sangre Fría  conllevó la admiración de la crítica y el público, además de la envidia de sus colegas y rivales, entre ellos Norman Mailer que izó la bandera blanca en su crítica a la novela: «Es el escritor más perfecto de nuestra generación. No cambiaría ni una línea de sus libros». Era lo que buscaba, olvídense de buenos ideales periodísticos sobre que la sociedad supiese la verdad. Solo quería lo que quieren los genios como él. Fama, tener a los lectores de rodillas ante su obra y de sumergirnos, como nunca antes y después lo han hecho, en el crimen.