martes, 9 de octubre de 2012

Philip K. Dick - La invasión divina (1981)




“Tú fallaste en tus promesas. Y menos mal, porque solo prometiste plagas” Zina a Yahvé.


Hay varias formas de afrontar a Dios. El autor de esta obra le afrontó paranoico y esquizofrénico debido a las drogas que consumía para escribir. Y parió una obra donde empieza parodiando el nacimiento de Cristo y termina con una serie de reflexiones de una complejidad tal que solo un loco podía haber pensado en ellas.


El majara es Philip Kindred Dick, uno de los grandes de la ciencia ficción del siglo XX. Fue un escritor maldito, no logró el reconocimiento merecido hasta después de su muerte. Justo cuando Ridley Scott estrenó Blade Runner, película de culto basada en su novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?. Su influencia tanto en la literatura como en el cine se hizo palpable. Escribió novelas como la ucronía El hombre en el castillo - de la que Riddley Scott prepara una adaptación - Ubik o relatos cortos como Minority Report o Desafío total.


En sus últimos años,  P.K. Dick tenía visiones de otros mundos, de la Roma antigua y de Jesucristo. Según él tenía conversaciones con SIVAINVI o (VALLIS en inglés) una entidad divina. Sus visiones, sus preguntas, sus conclusiones son plasmadas en lo que se puede considerar en la trilogía de SIVAINVI. La segunda novela de la trilogía es La invasión divina.
  
Enmarcada en un escenario futurista, donde dos colonos, Herb y Rybys son utilizados por el espíritu Yah, que es en realidad el mismísimo Dios, desterrado por Belial, mientras los hombres son gobernados por la Iglesia cristiano-islámica fusionada con el partido comunista, prueba palpable que el hombre estaba genialmente loco. Ellos son utilizados para su regreso a la tierra, siendo ambos padres de un nuevo Mesías. Pero surgen problemas en el parto y Emmanuel nace con problemas cerebrales que le impiden  recordar su pasado. Le  guía el profeta Elías Tote, un espíritu eterno que el autor define así: Elías el inmortal, venido en el tiempo del Tránsito, como siempre. El eterno amigo del hombre, siempre dispuesto a ayudarlo. Sucio, mal vestido y lleno de sabiduría.


Pero el propio Elías tiene limitaciones y es Zina, ser que no sabes exactamente que es hasta el final, siendo al mismo tiempo hada y diosa griega o egipcia. Ella es la compañera de Emmanuel que poco a poco, basándose en la dialéctica saca a Dios de su letargo. Mientras Herb, obsesionado con la cantante Linda Fox se ve expuesto a su prueba definitiva.


Es en estas conversaciones donde la obra da un salto cualitativo, dejando de ser una parodia religiosa a ser una obra totalmente seria, con el único objetivo de la búsqueda de respuestas sobre las preguntas que solo los locos y desesperados afrontan. Eso es lo que buscaba P.H.Dick, encontrar solución a las preguntas que le asaltaban, saber quién le estaba hablando. Y qué era. Las referencias gnósticas son constantes, con numerosas referencias bíblicas. La Torá es el libro. Toma el libro y léelo. Está ahí, esperándote. Está vivo. También se mencionan diversos poetas como Yeats o el poema en honor de los caídos en la Termópilas. 


Los reproches a Dios, o a quien sea, son constantes. Dios busca alzarse en su trono, al precio que sea. Él ha sido el causante del mal, él creo la muerte, él dejo que Belial existiese, es capaz de causar numerosos sufrimientos a su madre para sus fines. La madre, enferma y aislada en un planeta en los confines del Sistema Solar se lamenta desesperada. Al parecer, servir a Dios significa vomitar y clavarte una jeringuilla cada día. Soy una rata enferma metida en una especie de jaula; eso es lo que ha hecho Dios de mí. Yo carezco de fe y esperanza y Dios carece de amor; no tiene más que poder, nada más. Dios es un síntoma del poder. Que se vaya al infierno. Me rindo. Tanto me da. Sé lo que debo hacer y sé que eso acabará conmigo ¿De acuerdo?


Zina busca evitarlo. Busca ser la eterna compañera que ha sido desde el principio de los tiemplos. Ella le hace preguntarse continuamente si sus ideas son correctas. Es la protectora de una humanidad despreciada por Dios, a los que culpa de su caída por su desidia, considerándolos cómplices de Belial. Creen ser libres porque nunca han sido libres y no entienden lo que significa. Esto es una prisión, y muy pocos hombres han conseguido adivinarlo.


Al final como en un juego, en una sencilla apuesta Dios se enfrenta a su compañera  a su mundo, refugio de la belleza de la creación. En este conflicto -La gris verdad es mejor que el sueño. – es cuando Dios se manifiesta en la totalidad de su poder. Y Belial sale al escenario.


Capítulo aparte es el padre legal, Herb, que se ve envuelto en la lucha. Será el objeto entre Belial – personaje muy desaprovechado, que parece un pequeño cabrito inofensivo, nunca mejor dicho- y “el abogado”, ser que busca la salvación de todas sus almas.


Para que la complejidad de la trama y de las ideas filosóficas que encierra sea legible para el lector, P.H.Dick escribe de forma sencilla, sin complicarse en el lenguaje, encerrada en una estructura simple formada por capítulos, que se pueden diferenciarse en tres partes muy bien diferenciadas, con sus propias cuestiones.


La obra es breve, ágil y de ritmo rápido. Los diálogos son profundos y rápidos. Son la verdadera riqueza de la obra, donde el personaje de Zina brilla por encima de todos, incluyendo al mismísimo Dios. Por ejemplo:


-Entonces, para lo culpables no hay esperanza ¿verdad? – No merecen tener esperanza 
-¿Y si todo el mundo es culpable?


La narración es en tercera persona, mostrando el pensamiento de los personajes en monólogos. Pero, vuelvo a recalcar, es una obra donde prima el diálogo. Tras un buen comienzo, y un nudo espectacular con cambios muy marcados de la trama, en ocasiones demasiado repentinos, al final todo va decayendo con las supuestas respuestas. Aunque las últimas páginas nos vuelve a reenganchar con un final trepidante y muy sorprendente.


Lo mejor: El personaje de Zina y sus diálogos con Emmanuel. La sencillez formal que envuelve a la complejidad de la trama.


Lo peor: Hay detalles que se pueden pulir. Algún volantazo en la trama demasiado rápido y repentino. Belial no está aprovechado


Valoración: 8’8




1 comentario: