sábado, 4 de agosto de 2012

Fredric Brown – Marciano, vete a casa (1955)


“Hay pocas desesperaciones más sombrías que la de un escritor que quiere crear y no puede”

Una de las cosas que me propuse a la hora de crear este blog era, no solo mostrar valoraciones de obras clásicas de la literatura, de autores consagrados o que comienzan a despuntar, sino también (y sobre todo), honrar a esos escritores que jamás tuvieron tanta fama como merecerían, y que aunque a veces se convierten en autores de culto con el paso de los años, en otras ocasiones pasan totalmente desapercibidos al público. Y por eso hoy quiero descubriros a uno de los autores más injustamente olvidados de la ciencia ficción: Fredric Brown.

Nacido en EE.UU., donde vivió y murió durante casi setenta años (hasta 1972), su prosa oscilaba entre la ciencia ficción y el misterio, explayándose en multitud de cuentos cortos o microrrelatos, que influirían a un gran número de autores posteriores (el propio Philip K. Dick llegó a decir de su cuento Los ondulantes que era una de las historias de ciencia ficción más influyentes jamás escritas; se adaptó una de sus obras en un episodio de Star Trek…). Participando en la gran oleada de ciencia ficción de mediados del siglo XX, dejó a su nombra obras imborrables como Universo de locos (tengo ganas de cogerla, pinta genial), Vagabundo del espacio, Un regalo a la tierra o innumerables cuentos de ciencia ficción y obras policíacas.

¡Marciano, vete a casa! la publica en 1955, y es quizás su obra más importante. La obra gira en torno a la figura de Luke Devereaux, un autor de ciencia ficción atascado en uno de esos bloqueos de escritor que tanto sufrimos los que nos dedicamos a ello; intentando inspirarse en una cabaña en mitad del desierto, se encuentra de pronto con la inesperada sorpresa de una invasión de nuestros vecinos de Marte. Han llegado a la Tierra con la intención de molestar todo lo que puedan (y son realmente, perdonan la expresión, unos enanos tocapelotas de campeonato) y sin visos de que vayan a irse pronto. Luke pronto descubre que él no es único que ve a los marcianos, sino que han aparecido por toda la Tierra, que convierten en un caos en cuestión de semanas.

Lo más interesante de la historia es el enfoque que le da Brown, riéndose de los propios estándares del género al crear a unos marcianos que no tienen nada de original, sino que siguen al pie de la letra la imaginación popular: bajitos, verdes, con rasgos humanoides pero desproporcionados… Es una de las premisas que utiliza el autor para configurar una historia cargada de ironía y humor negro, divertida e irreverente, y con un tono constante de complicidad con el lector (entre otras cosas, gracias a un narrador en tercera persona al más puro estilo juglaresco).

Todo tiene una estructura clásica y a la vez rompedora, quizás precisamente por lo bien que se ajusta a esa falta de originalidad; la novela, por ejemplo, se divide formalmente en tres partes, que coinciden perfectamente con la estructura de presentación, nudo y desenlace. Ni siquiera eso se molesta Brown en disimularlo un poco, todo es un juego de formas, un guiño para el lector, al que se apela directamente en algunos (muy pocos) pasajes.

El ritmo de la historia es bastante rápido (tampoco es una obra muy larga) y de una ligereza ejemplar, con un final repentino que se deja a la interpretación del lector; al término de la obra, sin embargo, hay un epílogo posterior que el autor escribe (dice él mismo que obligado por la editorial) para cerrar la historia y explicar cuál de los finales propuestos es el real, invitando al mismo tiempo al juego filosófico que se ha desarrollado en torno a Luke Devereaux en los últimos capítulos.
De momento, es lo único que he leído de Brown. Ya lo leí hará algunos años, siendo un chaval, y me encantó, pero una vez que eres capaz de entender todo ese juego de ingenio del que hace gala la obra, se disfruta mucho más. Si lo encontráis, echadle un ojo.

Allez-y, mes ami!

Buenos días, y buena suerte.

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LO MEJOR: el estilo es magnífico, al igual que el desarrollo de la historia y la ironía que tiñe todas las páginas.

LO PEOR: el epílogo final. En mi caso, al menos, prefería la historia sin cerrar del todo.

VALORACIÓN: 8/10. Una obra entretenida, ingeniosa, inteligente, irreverente y sobre todo muy divertida, capaz de dar una vuelta de tuerca al género utilizando fórmulas más que trilladas.

3 comentarios:

  1. Pinta muy bien.

    ¿Enanos tocapelotas de campeonato? ¿Eres un marciano?

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  2. Eso me ha dolido. Los marcianos son de Marte y yo de K-PAX. Y mi baja estatura es un problema muy serio.

    El libro está genial, por otra parte, si eso ya te lo dejaré, no es muy fácil de encontrar (as far as I know)

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  3. wey esta bien redactado pero la próxima vez te recomiendo que no huces el colo negro de para fondo de letra

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