jueves, 14 de junio de 2012

Ray Bradbury – Fahrenheit 451 (1953)



“Pórtate como un hombre, joven Ridley. Por la gracia de Dios, encenderemos hoy en Inglaterra tal hoguera que confío en que nunca se apagará”.

Hace unos días, murió Ray Bradbury. La noticia pasó desapercibida de una forma apabullante en los medios de comunicación (o eso me pareció a mí, que solo vi un obituario en El Mundo, pero ninguna mención en telediarios o en otros medios), cosa que es bastante desalentadora. Un auténtico genio de la ciencia ficción dejaba el mundo y a nadie parecía importarle, todos estábamos mucho más preocupados por el comienzo de la Eurocopa y chorradas así (sin ánimo de ofender a los futboleros, me parece una afición muy respetable). Me consuela saber que, al menos en este blog, sí que tuvimos unas palabras para el maestro, despidiéndole y prometiendo un pequeño homenaje. Y qué mejor homenaje para un escritor que rendirle culto leyendo y hablando de su obra por excelencia, Fahrenheit 451.

Como ya comenté, Fahrenheit 451 cierra el triángulo distópico de la ciencia ficción abierto por Huxley en Un mundo feliz (de la que hizo Berenice una crítica en este blog), y continuado por Orwell en 1984. La crítica de Bradbury, en este caso, se enmarca en un mundo futurista (no se especifica ninguna fecha, aunque parece sospecharse que ronda el siglo XXI) en el que progresivamente se ha prohibido la lectura y, por tanto, la posesión de libros. El protagonista es un bombero, Guy Montag, que en la sociedad de nuevo orden no tiene la función de apagar incendios, sino de provocarlos para destruir toda reminiscencia literaria que quede en el mundo. Sin embargo, como ocurre siempre en estos casos, cuando Montag conoce a una chica con una manera de pensar diferente a la de los demás, comienza a replantearse su vida y lo correcto de sus actos.

Aunque a priori el argumento parece ya conocido, sobre todo de cara a los personajes, estos están construidos de manera fastuosa, con requiebros realmente inesperados pero perfectamente creíbles, con una profundidad inaudita, y luces y sombras constantes que hacen que no sepas qué esperar de cada una de las figuras que desfilan por la novela. No hay buenos ni malos, todo depende de las decisiones que cada uno tome en cada momento, de si son capaces de sacrificar su comodidad por buscar una libertad que no conocen. Esa es, de hecho, la principal premisa de la novela: no tanto el hecho de cómo la falta de lectura ha construido una sociedad sin criterio, sino cómo se ha convertido en una sociedad materialista y acomodada, inmersa en una cultura audiovisual constante, en la que lo virtual es para los individuos más importante que lo real.

El desarrollo de la trama, aderezado con citas constantes y referencias a otras obras literarias, es bastante rápido, aunque hay detalles (como la pregunta de cómo se habrá llegado a una sociedad en esa situación) que te mantienen en vilo casi hasta el final del libro. Y cuando parece que todo ha acabado ya, y que la historia se ha cerrado, Bradbury le da un nuevo empujón con un final maravilloso, inesperado, épico y esperanzador.

El estilo de Bradbury, sin embargo, es más ecléctico, no tan fluido como el desarrollo de la novela. Aunque por lo general es fluido y sencillo, está impregnado de un lirismo que a veces desemboca en pasajes de pura poesía, descripciones metafóricas que reflejan el mundo en que se desenvuelve Montag, y que a veces parecen entremezclar con lo real las propias fantasías del bombero.

Si desde un punto de vista puramente literario la novela ya es una maravilla, fue su concepción como crítica social lo que la mitificó y convirtió en una obra clave de la literatura. Bradbury crea una sociedad distópica en la que se funden culpables e inocentes, y alerta al individuo de que todos han tomado parte en la construcción de esa sociedad; de hecho, incluso los personajes que se oponen al orden establecido se culpan a sí mismos de lo que ha ocurrido, por no haberse atrevido en su momento a denunciar la situación que les llevaba a sacrificar libertad a cambio de felicidad y comodidad. Y es precisamente esa dicotomía la que enfrenta a varios de los personajes: aquellos que ponen la felicidad por encima de todo, como cumbre de su existencia; y aquellos que prefieren tener libertad de pensamiento, aun cuando eso les haga sentirse desgraciados. Y es la pregunta que al lector se le plantea, que le obliga a decidir en cual de los dos bandos se encontraría.

Imprescindible, sin duda. Una llamada de atención sobre los peligros de olvidar a los que han venido antes que nosotros, y un precioso canto a la importancia de la literatura. Y sin exagerar demasiado, una de las mejores novelas del siglo pasado.

Allez-y, mes ami!

Buenos días, y buena suerte.

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LO MEJOR: los personajes torturados y debatiéndose entre posturas tan válidas como contradictorias. Y el apabullante final.

LO PEOR: nada. No se le puede encontrar absolutamente ninguna pega a esta maravilla. Quizá lo enrevesados que son esos pasajes líricos, pero eso no es una falla, sino otro auténtico ejercicio de maestría.

VALORACIÓN: 10/10. Sé que no es el primer sobresaliente que doy en el blog. He dado muchos, de hecho. Pero Bradbury es quien más lo merece. Ni Shakespeare, ni Bukowski, ni Murakami, ni leches. Puedo afirmar, sin miedo a equivocarme, que éste es el mejor libro que he criticado en este blog. Y con mucha diferencia.

4 comentarios:

  1. Buena crítica, Spartan George. Farenheit ya está en mi lista.

    Por cierto, me resulta curioso que digas que "al menos en este blog, sí que tuvimos unas palabras para el maestro" cuando realmente fuiste tú quien le recordaste. XD

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  2. Ya sabes, plural mayestático xDDD Eso y que hubo un par de comentarios a la entrada, o sea, que a alguien, además de a mí, la noticia le interesó/preocupó :)

    Gracias por lo de la crítica, me alegro de que te haya gustado. Y te aconsejo leerlo cuanto antes, es una auténtica maravilla ;)

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  3. Si Farenheit estaba en mi lista antes, imagínate ahora.

    Si me das tiempo, me ofrezco voluntario para cerrar el círculo con 1984. Pero si prefieres cerrarlo tú, u otra persona adelante.

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  4. Cierralo tú, así cada uno hacemos parte del círculo :) "1984" lo leí hace tiempo, y quería releerlo, pero como no sé cuando lo haré, te dejo la crítica a ti. Te va a gustar, seguro (no tiene tanto encanto como Fahrenheit, para mi gusto al menos, pero sí que es mejor novela)

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