miércoles, 19 de abril de 2017

Ernesto Sábato - El túnel (1948)


Existió una persona que podría entenderme. Pero fue, precisamente, la persona que maté.

Comenzar por el final no es siempre una mala idea. Lo saben American Beauty, La Tumba de las Luciérnagas y un córner en el minuto 93 del Madrid. Saber desde el inicio el camino marcado te quita tensión, suspense y te fijas en otras cosas. Ya Ítaca te importa poco, lo importante es disfrutar de Circe y las sirenas. Y si estás en un túnel, pues no te queda otra cosa que quedarte a oscuras y dirigirte a la luz. Si es que la hay.

Este es el caso de El Túnel de Ernesto Sábato. Sábato era un hombre de ciencias que, sin embargo, se vió vacío a pesar de los éxitos conseguidos y se pasó a la literatura. Y no a cualquier estilo literario sino al existencialismo. Siguió los pasos de Albert Camus, se juntó con los vanguardistas en París y finalmente publicó en 1948 El Túnel.


Juan Pablo Castel es un pintor de éxito que desprecia al mundo. Es un genio único en el mundo con la losa de que nadie - especialmente los críticos - comprende su arte. Todo cambia en una exposición en la que ve a una muchacha que se fija durante largos minutos en una pequeña playa de fondo de un cuadro suyo. Esa playa obsesionaba a su autor, en la que quería explicar su soledad y pasividad frente a la vida, pero nadie le prestaba atención. Solo ella: María.

Castel se obsesiona con María. En su mente vive el momento en el que se reencuentra con ella y la busca por la ciudad. Pero cuando la encuentra viven una aventura de amor cuanto menos desconcertante. Castel es un hombre bipolar y de excesos, mientras que María es misteriosa. Los celos de Castel le resquebrajan por dentro y finalmente la mata.

Pero la trama es un simple excusa para - como buen argentino - divagar sobre la vida humana. De hecho, se puede considerar que María es una metáfora de la vida y su sentido, la esperanza de compañía del resto de seres humanos o alguna otra interpretación grandilocuente. Sábato crea un universo dentro de la mente del protagonista totalmente retorcido, amoral y también agudo, demasiado agudo para su propio bien. Castel corre por su propio túnel, y en todo momento se muestra cínico y pesimista con joyas como esta:

En esos casos siento que el mundo es despreciable, pero comprendo que yo también formo parte de él; en esos instantes me invade una furia de aniquilación, me dejo acariciar por la tentación del suicidio, me emborracho, busco a las prostitutas. Y siento cierta satisfacción en probar mi propia bajeza y en verificar que no soy mejor que los sucios monstruos que me rodean.

La narración es en primera persona, y es el que cuenta cómo su salud mental se va diluyendo. Pero más allá de esa inmoralidad, de esa locura, de ese vacío, Sábato construye un personaje trastornado, altanero pero también creíble. Castel es el vacío humano por excelencia y la desesperada búsqueda de algo que lo llene. Solo que no es tan fácil, que el peligro para destrucción propia o de lo que supuestamente amas es más posible que un final feliz.

El estilo es seco, sin excesivo adorno pero terriblemente certero. En ese desolado túnel en el que está encerrado el protagonista no hay espacio para las florituras de lenguaje. Lo que no es obstáculo para que el lenguaje sea claro a pesar de las complejidad de los temas y el tratamiento psicológico del protagonismo. Y también bello y atrayente. Las frases son demoledoras:

La muerte tampoco es mi tipo y no obstante muchas veces me atrae.

La felicidad está rodeada de dolor.

Sábato logra un examen psicológico de primer orden. El Túnel es un retrato del hombre moderno y su soledad. Un Crimen y Castigo más breve – es de corta extensión y es de lectura rápida aunque no así tanto su comprensión - y concreto a pesar de como juega Sábato con la mente del pintor. Al final, para el argentino estamos condenados a una vida de soledad en la que incluso quienes los que más nos comprenden viven en otro lugar.

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¿Tengo que leer esto?:

Si tuviera que quedarme con un momento, ¿cuál sería?: Las peleas de “enamorados” de Castel con María.

¿Dónde debería leerlo?: Rodeado de cuadros vanguardistas.

Me ha gustado, ¿dónde hay más?: Crimen y Castigo de Fiodor Dostoyevsky una obra con ciertas similitudes, al igual que El Extranjero de Albert Camus. De Ernesto Sábato es bastante recomendable Sobre héroes y tumbas.

Última posdata

En todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida.

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