jueves, 22 de junio de 2017

Irvine Welsh - Trainspotting (1993)


 Nunca hay ningún verdadero dilema con el jaco. Solo los hay cuando se acaba.

Trainspotting es una de las novelas que han marcado a una generación tanto por sí misma como por el éxito de la película dirigida por Danny Boyle y protagonizada por Ewan McGreggor. Es un hito que describe a un espíritu de una generación que sufrió la instauración de las políticas neoliberales de Margaret Thatcher, y con ellas el paro masivo que dejó a la juventud en fuera de juego y solo le quedó depositar sus esperanzas rotas en el nihilismo y la droga.

El autor es Irvine Welsh, un escocés que vivió en ese mundo de heroína y hooligans en Edimburgo durante dos años y que tras rehabilitarse se convirtió en uno de los escritores más relevantes de la literatura británica. Fue su primera novela a la que siguieron varias en la que muchos personajes de Trainspotting siguieron saliendo como el caso de Porno, que dio vida a la continuación de la saga en el cine.

En la  Edimburgo que refleja y vivió Welsh, los jóvenes se dedican a beber, pegarse y a pincharse jaco envueltos en la decadencia que no para de girar, y de la que quieren escapar pero no pueden porque la otra alternativa es poco deseable y les lleva por una vida sin estímulos. La frase más recordada tanto de la película como del libro clava perfectamente este ideal:

Elígenos a nosotros. Elige la vida. Eligue pagar hipotecas; elige lavadoras; eliges coches; elige sentarte en un sofá a ver concursos que embotan la mente y aplastan el espíritu, atiborrándote la boca de puta comida basura. Elige pudrirte en vida, meándote y cagándote en una residencia, convertido en una puta vergüenza total para los niñatos egoístas y hechos polvo que has traído al mundo. Pues bien, yo elijo no elegir la vida.
 

Trainspotting no se centra en un personaje como el caso de la película aunque el principal es Mark Renton, un joven heroinómano que convive entre sus colegas y que se muestra totalmente amoral pero a la ver mortificado por las consecuencias de la vida condicionado por los pinchazos en las venas. Pero el autor no se concentra solo en él, sino que cubre muchos modos de vida distintos con formas de hablar y de pensar distintas. Tenemos violentos hooligans como Franco Begbie, flipados que solo buscan follar cuanto pueden como Sick Boy, pringados que están metidos hasta el fondo como Spud, un buen número de enfermos de SIDA, camellos, yonkis, chicas jóvenes rebeldes o mujeres que tratan de sobrevivir en un mundo duro. Hay un gran número de personajes y en ocasiones es posible perderse entre los nombres y motes de los secundarios.

El estilo de Welsh utiliza la jerga popular escocesa. Tanto que hay momentos que es difícil entender lo que dice y debió ser un infierno traducirlo. Se nota que Irvine Welsh vivió en sus carnes esta época, ya que conoce hasta el último recoveco. Volviendo a los personajes, muchos de ellos están inspirados por personas reales que conocía Welsh en su barrio de Leith. Es una película delirante pero cercana a la realidad a la vez.

La trama es más radical y bestia que en la película con momentos verdaderamente escalofriantes. Hay una mayor riqueza en el número de tramas y no se trata solamente de drogarse, sino de sobrevivir a ellas y toda la mierda que les rodea como el SIDA, la soledad, la violencia, la delincuencia y la depresión que alcanza a toda la ciudad. Los relatos son en primera persona y ante todo son crudos como un chute en la última vena que queda en tu cuerpo.

Hay un gran número de referencias culturales desde al cine como Van Damme o James Bond hasta la música como Lou Reed o Iggy Pop que canta versos en los conciertos como "America /Escocia toma drogas en defensa de su psique" en canciones como Neon Forest. También el fútbol es clave para entender la cultura hooligan en la que están metidos con rivalidades como la del Hibernian  y la del Hearts dentro de la misma ciudad, y la de estos con los equipos de Glasgow. Las rivalidades están a la hora del día, y en cualquier momento de la obra puede explotar la olla a presión. Sobre todo contra uno mismo.

En conclusión, uno de los últimos hitos culturales del siglo pasado y que aún hoy en día impacta y comparte rasgos con a generación actual, posee una prosa poderosa y carismática para retratar la decadencia y la miseria de estos tiempos y de quienes lo vivían,


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¿Tengo que leer esto?: Sí, si no te asustas fácilmente.


Si tuviera que quedarme con un momento, ¿cuál sería?: Me encanta la historia de Davie y como da una lección a un violador que tiene el virus del SIDA.


¿Dónde debería leerlo?: Rodeado de jeringuillas.


Me ha gustado, ¿dónde hay más?: En muchos momentos me ha recordado a la violencia  y  al diagnóstico de American Psycho de Breast Easton Ellis.

Última posdata

Yo no odio a los ingleses. No son más que unos gilipollas. Estamos colonizados por gilipollas. Ni siquiera somos capaces de escoger una cultura decente, vibrante y saludable por la que hacernos colonizar. No. Estamos gobernados por unos gilipollas decadentes. ¿En qué nos convierte eso a nosotros? En lo más bajo entre lo más bajo, la escoria de la tierra. La basura más desgraciada, servil, miserable y lamentable jamás salida por el culo del Creador. Yo no odio a los ingleses. No hacen más que apañarse con la mierda que les ha tocado. Yo odio a los escoceses.

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