No
sacrificaremos la regla de la ley por la voluntad y el capricho de los
hombres. Así se hacía antes. La antigua, triste y estúpida
tradición. La de Jerjes y todas las criaturas como él. Ha empezado
una nueva era. Una era de grandes hazañas de razón. De justicia. De
Ley. Y todos sabrán que trescientos espartanos dieron su último
aliento por defenderla.
A estas alturas todos hemos
visto 300. La película adaptada de un cómic, que a su vez se
inspiró en el relato de Herodoto, incluyendo todas sus
exageraciones, de una batalla donde los griegos – no solo había
espartanos – fueron barridos en las Termopilas. Así que no pienso
contenerme en hacer spoilers, que además no dejan de ser hechos
históricos.
Podría contar como los
espartanos tuvieron cierta parte de la culpa de la derrota al no
movilizar a la totalidad de sus tropas. Pero de eso ya habla Javier Negrete en Salamina. Podría escribir de algún relato algo
más realista como el caso de Puertas de Fuego de Steven Pressfield.
Pero no, me voy a centrar en el cómic de Frank Miller que decide
llevar al extremo a la leyenda pasándose por el forro la historia.
El rey Leónidas recibe la
visita de un diplomático persa que le pide agua y tierra como signo
de sumisión. Leónidas accede a su petición tirándole a un pozo.
Esto provoca la ira del Rey de Reyes Jerjes que convoca a sus
innumerables huestes, mientras Leónidas es traicionado por la propia
tradición espartana y solo puede convocar a su guardia personal de
300 soldados.
Pero son soldados
espartanos, entrenados para la guerra desde la infancia y expertos en
el arte de matar. Tan expertos que deciden esperar a los persas en un
estrecho desfiladero donde la ventaja numérica desaparece. Allí los
espartanos vencen una y otra vez a los persas hasta que la traición
de un deforme espartano rechazado en su nacimiento provoca la aniquilación de todos ellos menos uno que contará la historia de su sacrificio y como se negaron a rendirse antes de la decisiva victoria de Platea.
La guerra entre griegos y
persas fue el primer combate entre el eterno conflicto entre
Occidente y Oriente. Sin embargo, Frank Miller trata a los dos
enemigos de forma maníquea. Los espartanos no son solo una fuerza de
combate insuperable, sino superhombres también en sus convicciones
morales basadas en defender a una ley frente la voluntad de los hombres,
mientras los persas solo obedecen al capricho de un hombre que se
cree Dios. También cabe señalar que los espartanos defienden la
libertad y la razón y lo que Frank Miller quiera, pero 300 hombres
se ven obligados a dar su vida por la ley espartana que también forma parte de la tradición y la orden de su rey de cumplirla.
La tradición -bueno parte
de la tradición de Licurgo - también es criticada en la figura de
los éforos que son sacerdotes corruptos, lascivos y deformes que no
tienen nada que ver con la realidad. Pero Frank Miller moldea a
Esparta a su gusto y lo convierte en una sociedad con rasgos
fascistas – como la viñeta donde Leónidas le dice a un soldado
que se calle porque la democracia es para atenienses y que le
obedezca a él – e inspirada en la teoría del Superhombre de
Nietzsche. Para Miller los espartanos son los defensores de la razón,
la justicia y de sacrificar niños deformes. Mira, esto último lo
hacían también los nazis.
Más allá de desvaríos
históricos – el mismo Herodoto mete varios – e interpretaciones
ideológicas, 300 es una obra epiquísima. En cada momento se puede
sentir la gloria de la batalla. Las frases están llenas de desafío y determinación, y son como lanzas -violentas y certeras como nos acostumbra Frank Miller- que se ensartan en carne
persa.
El color es sobre todo ocre
de los yelmos y rojo de la sangre y las capas. Perfecto para un
ejército matando a persas sin piedad. Del color se encarga Lynn Varley, la ahora
exmujer de Miller con quien ha colaborado en muchas de
sus obras más reconocidas.
La verdad es que la
adaptación al cine es tan buena que tiene poco que envidiar al
cómic. Incluso lo mejora en algunos momentos añadiendo la trama de la reina Margo. Esto
no desdeña al cómic pero la verdad es que más allá de algunos
detalles, tampoco se pierde mucho en la adaptación cinematográfica. Incluso hay una
gran similitud entre las viñetas con las escenas rodadas.
300 es una buena obra
que entretiene. No es lo que más me ha gustado de Miller – ahí
están Sin City, Ronin, El Caballero Oscuro, Batman Año Cero o
Daredevil: Born Again – pero se lee y se disfruta.
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¿Tengo
que leer esto?: Sí, si te gusta la película
Si
tuviera que quedarme con un momento, ¿cuál sería?:
Hay muchas escenas míticas pero me voy a quedar con el combate
final.
¿Dónde
debería leerlo?: En un desfiladero con un yelmo griego y un
escudo. La coraza no hace falta.
Me
ha gustado, ¿dónde hay más?:
La película y todas las obras de Miller que he mencionado antes.
Quizá la que podría ser más similar es Ronin.
Última
posdata
La
respiración rápida de los trescientos chicos que hay trás él...
dispuestos a morir sin dudarlo. Todos ellos. Dispuestos a morir. Creen
que saben lo que significa.
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