viernes, 13 de abril de 2012

Haruki Murakami – After Dark (2004)



“A medianoche el tiempo transcurre de una forma especial. […] Y es inútil oponerse a ello”.

Hasta hace un par de meses no había leído nunca nada de Murakami. Me lo habían recomendado, y lo había buscado en varios sitios, pero sin éxito. Y ahora, gracias a tan solo dos de sus obras, ambas prestadas por compañeros de este blog (Vero me dejó Sauce ciego, mujer dormida, y Adri, la que critico hoy, After Dark), se ha convertido en uno de mis escritores favoritos.

Ya os hablé aquí de la vida y obra de Murakami, cuando hice la crítica de Sauce ciego, mujer dormida. Me limitaré a recordaros que es un escritor japonés bastante conocido por su afán de fusionar en su obra lo occidental y lo oriental, su amor por el jazz y su capacidad para pasar de su faceta de novelista a su dedicación a los cuentos y relatos cortos. Y como la otra vez os traje una antología de cuentos, hoy le toca el turno a una de sus últimas novelas, After Dark, publicada en 2004.

La trama del libro aúna nuevamente elementos realistas con otros fantásticos. Una chica, Mari Asai, pasa la noche leyendo en un restaurante familiar, cuando se ve interrumpida por Takahashi, un joven músico al que conoció de pasada dos años atrás; la historia de ambos se ve relacionada con la de la encargada de un love-hotel, con la de una prostituta china y un miembro de la mafia que la explota, y con la de un informático que trabaja en una empresa de la zona. Al mismo tiempo que transcurren estos encuentros, se desarrolla una trama paralela con Eri Asai, la hermana de Mari, que lleva durmiendo de forma ininterrumpida varios meses, pero sin estar en coma, y en cuya habitación empiezan a pasar cosas bastante inexplicables (por ejemplo, un televisor que se enciende solo sin estar enchufado, y que muestra una imagen bastante perturbadora).

Las historias, que podría parecer que se desarrollan de forma independiente, se entrecruzan de forma maravillosa por hechos aparentemente azarosos: un teléfono móvil abandonado en un supermercado, un semáforo en rojo que obliga a detenerse uno junto a otro (y sin que se den cuenta) a dos personajes antagónicos… Murakami desgrana las casualidades con una naturalidad soprendente, usándolas como eje común para vertebrar la historia de todos los personajes, que solo tienen en común el marco en que se desenvuelven.

El estilo de Murakami, como ya mencioné, es muy rápido y directo. La descripción, muy abundante, se hace con pinceladas breves y detallistas, y la narración en presente contribuye a aumentar esa impresión de inmediatez. El narrador, testigo, nos da la impresión de encontrarnos ante una película; de hecho, en algunas partes (las referidas a Eri Asai, principalmente) Murakami escribe en primera persona presentándose como un “punto de vista ajeno a la escena”, una simple cámara que es testigo de la acción: “la cámara o bien lo capta de espaldas, o bien le enfoca otras partes del cuerpo”.

Toda la historia se desarrolla en una sola noche, con un boceto de un reloj analógico al comienzo de cada capítulo (o cada escena, según la ocasión) indicando la hora en que transcurre lo narrado. Murakami desarrolla a unos personajes bastante complejos, de los que sabemos casi todo por lo que ellos mismos cuentan, o por las deducciones del propio narrador (que va dando su opinión sobre lo que ve); y se centra en construir un mundo nocturno muy diferente a como sería de día. De hecho, en el último capítulo, que se desarrolla al amanecer, tanto el ambiente como los personajes son radicalmente distintos. Un final, por cierto, bastante interesante, sobre todo porque en ningún momento se sabe donde te va a llevar la novela.

Aunque breve, es una obra maravillosa. A ver si me consigo su 1Q84, que le tengo ya muchas ganas.

Allez-y, mes ami!

Buenas tardes, y buena suerte.

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LO MEJOR: los encuentros casuales entre personajes, y la naturalidad con que se desarrollan (especialmente, en los que toma parte el mafioso chino). Y las referencias culturales, constantes y maravillosas (cuando habla de Jean-Luc Goddard, o de Blade Runner, puedo jurar que se me cae la baba).

LO PEOR: la historia de Eri Asai, al final, se queda sin explicación. Podría interpretarse como un sueño, o vete tú a saber qué. Eso, o la explicación es tan sutil que yo, obtuso de mí, no la he visto.

VALORACIÓN: 9,5/10. No es perfecto, pero casi. Me ha gustado incluso más que Sauce ciego, mujer dormida.

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