Cuando
el desastre devuelve al hombre al caos del que procede, todo ese
civilizado barniz salta en pedazos, y otra vez es lo que era, o lo
que siempre ha sido: un riguroso hijo de puta.
Arturo
Pérez Reverte es uno de los escritores españoles con más éxito de
ventas, casi al nivel de grandes superventas como Olvido Hormigos. Por
otro lado, es conocida su labor como articulista y, por su fuera
poco, como tuitero. Desde ahí se dedica a dar rienda suelta a su
lengua viperina y a disparar contra gran parte de lo que se
mueve por este país en el que como dice él mismo “no cabe un tonto más”.
Pero
hay veces que este cascarrabias profesional decide dejar de
desahogarse y demostrarnos que es tan humano como cualquiera de los
mortales que le rodeamos. Posiblemente El pintor de batallas sea
donde Reverte más abandone al personaje que ha creado y sea más
sincero con sus lectores, siendo capaz de abrir la caja de Pandora de
sus recuerdos como corresponsal de guerra, especialmente los
relacionados con la Guerra de los Balcanes.